En un momento en que la cultura y la política parecen entrelazarse más que nunca, Pedro Sánchez ha vuelto a colocar un tema candente en el centro del debate público. Durante la clausura del acto de presentación del informe Los sectores culturales y creativos en España, organizado por la Fundación Cotec, el presidente del Gobierno expresó su postura firme sobre la participación de Israel en Eurovisión a raíz de su ofensiva militar en Gaza.
«Y por tanto, tampoco debería hacerlo Israel, porque lo que no podemos permitir son dobles estándares, tampoco en la cultura», ha declarado el presidente del Gobierno, para después enviar «un abrazo solidario para el pueblo de Ucrania y el pueblo de Palestina, que están viviendo la sinrazón de la guerra y del bombardeo».
Sánchez hizo hincapié en que, al igual que se exigió la salida de Rusia del certamen europeo tras su invasión a Ucrania en 2022, Israel debería ser tratado con el mismo criterio. Recordó que «nadie se llevó las manos a la cabeza» cuando se produjo la expulsión de Rusia de competiciones internacionales, incluida Eurovisión.
En febrero de 2022, la Junta Ejecutiva de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) anunciaba que Rusia no podría concursar en el festival tras la «crisis sin precedentes en Ucrania» y porque su participación en este concurso «desacreditaría la competencia».
Las palabras de Sánchez no tardaron en encontrar respuesta desde la oposición. El líder de Vox, Santiago Abascal, reaccionó con dureza a través de redes sociales. «Hay que ser un corrupto moral para presentarse como presidente del Gobierno de España cuando no hay enemigo de los españoles con quien no haya pactado ni bolsillo de trabajador español que no sufra su política», ha agregado en un mensaje publicado en su cuenta de la red social X (antes Twitter).
Abascal cree que Sánchez es «cruel» por «abrazar al pueblo palestino» tras «premiar a Hamás, que es quien ha traído la destrucción y el horror a toda la zona». También opina que es «miserable» por «abrazar al pueblo ucraniano» cuando «gracias a su política energética está pagando los misiles que caen sobre Kiev».
En un contexto global marcado por conflictos armados y tensiones diplomáticas, la cultura vuelve a convertirse en escenario de disputas ideológicas. La polémica está servida.