Sánchez adelanta las elecciones generales al 23 de julio y no aclara si él repetirá como candidato

El presidente comparece tras la dura derrota del PSOE en elecciones del 28M en las que el PP gana buena parte del poder territorial de los socialistas en ayuntamientos y autonomías

JOSÉ JUAN

La durísima derrota del PSOE tras las elecciones municipales y autonómicas en doce territorios, en los que el PP se ha impuesto claramente a los socialistas, ha tenido respuesta por parte del presidente Pedro Sánchez, que ha anunciado la convocatoria de elecciones generales anticipadas para el día 23 de julio, seis meses antes de lo previsto.

La decisión del adelanto de las Generales se lo ha comunicado al Rey esta misma mañana y esta tarde de lunes se celebrará un Consejo de Ministros extraordinario para disolver las Cortes y publicar el decreto por el que se convocan las elecciones generales para el próximo domingo 23 de julio. 

El anuncio lo ha hecho Sánchez en la Moncloa en una intervención en la que no ha aceptado preguntas de los periodistas. El adelanto electoral ha cogido por sorpresa a la dirección del PP, que analiza en este momento en su sede de Génova los resultados y la ‘bomba’ informativa por la que los españoles estarán convocados de nuevo a las urnas en el plazo de dos meses.

Los resultados “aconsejan una clarificación sobre la voluntad de los españoles y de las españolas, una clarificación sobre las políticas que debe aplicar el Gobierno de la Nación, y una clarificación sobre las fuerzas políticas que deben liderar esta fase. Solo hay un método infalible para solventar estas dudas. Ese método es la democracia. Y por consiguiente creo que lo mejor es que los españoles y las españolas tomen la palabra y se pronuncien sin demora para definir el rumbo político del país”, ha señalado el dirigente socialista. 

Lo que no ha aclarado es si él será el candidato, pero en el PSOE dan por sentado que sí lo será. Sánchez y el ‘sanchismo’ han sido los grandes derrotados el 28M. Las urnas han castigado al líder socialista más que al propio partido, aunque la bofetada al presidente en la cara del PSOE pase factura a un partido que ha visto como se le escapaban los gobiernos de las principales capitales españolas, algunas tan dolorosas como Sevilla o Valencia, y en comunidades como Extremadura. 

Sólo García-Page en Castilla-La Mancha ha resistido el embate de la ola azul del PP, extraordinariamente potente en la ciudad de Madrid pero sobre todo en la Asamblea con una Isabel Ayuso que ha barrido a todos sus adversarios, incluido Podemos, que se queda fuera de las instituciones.

Sánchez no compartió la derrota con los suyos

Tras el desastre parecía lógico que el presidente Sánchez, que ni siquiera compartió la derrota junto a los suyos en la sede socialista pese a su protagonismo absoluto durante una campaña personalista como pocas, parecía lógico, digo, que moviese ficha. “Recogemos el guante, entendemos el mensaje”, admitió a medianoche la ministra Pilar Alegría, como portavoz de la ejecutiva del PSOE, tras reconocer “una derrota electoral demoledora y sin paliativos” de su partido.

Y Sánchez ha dado un paso más allá de lo que la mayoría esperaba, tras percibir que su proyecto personal y político no gusta a una buena parte de la sociedad española. Debe haber entendido ya, aunque le ha costado, que la derrota es suya por desarrollar una política en la que no ha dudado en mentir y desarrollar alianzas y recibir apoyos que muchos españoles no han entendido, socios en la extremaizquierda poco fiables, como el caso de Podemos, partido díscolo que ha exhibido su deseo de nadar a contracorriente del propio gobierno del que forman parte, y apoyos indecentes como los de una organización que se declara abiertamente independentista que acudía a estas elecciones con 44 terroristas en sus listas, siete de ellos con delitos de sangre. 

Elegidos 15 terroristas  

 De las urnas han salido elegidos 15 de estos terroristas que nunca ha pedido perdón por su violencia o crímenes. El intercambio de favores con Bildu lo ha mantenido en el Gobierno, ha ayudado a la aprobación de leyes a hasta los Presupuestos, pero también ha dado alas a los abertzales, que tras el 28M son ya la fuerza más votadas en el País Vasco. 

Los imprevistos en la campaña como los terroristas en las listas de Bildu, partido en el que se apoya que dejó al PSOE sin la iniciativa, o los escándalos por la compra de votos, no han ayudado a los socialistas a parar la creciente tendencia del PP, claramente ascendente.

A Sánchez estas elecciones le han pasado factura por una gestión personalista, arrogante para unos, antipática y soberbia para otros, en la que no ha sabido rentabilizar buenos datos económicos en materia de desempleo o previsión de crecimiento por encima de la media europea. Se trataba de unas elecciones locales y en algunos casos autonómicas, pero los ciudadanos han votado en clave nacional y han convertido el 28M en una primera vuelta, en un aviso claro de por dónde iban a ir las cosas a partir de ahora.

El propio Sánchez ha reconocido en su intervención que el sentido del voto traslada un mensaje que “va más allá” de la clave municipal y autonómica, asumiendo de alguna manera que ha sido un voto de castigo contra el Gobierno, contra la acción del Ejecutivo. “Como presidente del Gobierno y también como secretario general del PSOE asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato democrático a la voluntad popular”.

Tras conocer los resultados se anunciaba que mucho tendrían que cambiar las cosas en las mentes socialistas y maniobrar rápido si Sánchez quiere llegar a las generales con alguna opción de competir por la victoria. ¿El giro del PSOE con el adelanto electoral de las generales supondrá que no apoyará el radicalismo de Bildu en Navarra y que no repetirá alianzas con Podemos? Pues aquí está parte de la clave lo que está por ver y por llegar. 

El ‘sanchismo’  

Está por ver si el ‘sanchismo’ deja paso a un socialismo socialdemócrata en la línea tradicional que reclaman antiguos dirigentes como el propio Felipe González, y actuales barones del partido, en el que nos gustan los radicalismos de criticar y enfrentarse con dureza a los principales empleadores de este país, como Amancio Ortega, de Zara, o Juan Roig en Mercadona. 

Y tampoco ha gustado que se haya tendido la mano a los abertzales vascos o independentistas catalanes hasta el punto de reformar la ley para favorecer indultos a los condenados por el ‘procés’, o suavizar las condenas por el asedio a las instituciones españolas hasta derogar el delito de sedición, decisiones que han causado perplejidad en la judicatura.

Tendrá que valorar si mantenerse en el poder a toda costa es el camino o deja lastre y recompone la imagen de los socialistas. Los resultados de Podemos y, al otro extremo, de Vox son buenos indicadores para el PSOE analice lo que ha pasado y lo que puede ocurrir en julio.

El PSOE ha perdido 15 de las 22 capitales de provincia en las que gobernaba hasta ahora, entre ellas Palma, Valladolid, Castellón, Granada, Valencia o Sevilla, esta última ‘joya de la corona’ del PSOE que habrá escocido especialmente a la dirección socialista como habrá dolido el caso de Barcelona, donde se ha impuesto la lista de Xavier Trias.

La marea azul no solo ha limpiado de rojo el mapa territorial del país, también ha borrado el morado que pintó la calle de una supuesta forma de hacer política. Podemos se ha quedado fuera del gobierno valenciano, pierde la alcaldía de Barcelona que lideraba Colau y no consigue representación en el Ayuntamiento de Madrid ni en la Asamblea, instituciones en las que fraguó el inicio de su fulgurante trayectoria política que poco a poco se extendió por todo el territorio nacional. 

Las urnas han sancionado la política de estridencias y el radicalismo que se aleja de los verdaderos intereses de la sociedad española. Una de las grandes incógnitas que deberá despejar el escenario político es saber qué sucederá con la vicepresidenta Yolanda Díaz, hasta una ‘bola loca’ en el Gobierno y en ‘los morados’ que ha gozado del apoyo incondicional de Sánchez y se ha mantiene alejada de la formación que la llevó ahí de la mano de Pablo Iglesias. Su proyecto Sumar sale tocado de estas elecciones y la propia Díaz se queda debilitada.

La otra cara, la feliz está en el color verde de Vox. ¿Se puede triunfar en unas elecciones sin ser el partido más votado, ni siquiera el segundo partido más votado? Se puede y el ejemplo es Vox, el partido de Santiago Abascal que en las elecciones municipales y autonómicas de este domingo se ha situado como tercera fuerza política en las principales ciudades españolas y algunas de las comunidades que estaban hasta ahora en poder de los socialistas, caso de Valencia.

Vox tiene el ‘poder ‘  

Vox tiene la llave del gobierno en algunas de las principales capitales españolas y en algunas de las comunidades que estaban hasta ahora en poder de los socialistas, y será quién marque las pautas del poder para que el PP gobierne mediante pactos en los que no renuncian, de entrada, a nada y habrá que esperar para saber si en el intercambio de favores políticos la formación de Abascal no se queda con el gobierno de alguna capital. 

De momento, Vox es decisivo en 18 capitales y en cuatro autonomías para que el Partido Popular sume mayoría absoluta. Ha logrado más de 1,5 millones de votos en toda España y triplicado los concejales obtenidos en el año 2019 y desde la formación lo pondrán difícil.

No sería la primera vez que los pactos deciden incongruencias. Ya en las últimas elecciones locales Ciudadanos llegó a la alcaldía de Granada a cambio de su apoyo al PP en otras ciudades. Habrá que esperar, sí, porque el mapa político que ha dibujado este 28M deja perfilado un claro cambio de ciclo tras la debacle del PSOE de Pedro Sánchez y la victoria del PP de Feijóo, tanto que si consideramos los resultados como una ‘primera vuelta’ el presidente del PP se convertirá en las próximas generales en el nuevo presidente del Gobierno.

Ayuso, que como Almeida en la ciudad de Madrid, ha conseguido mayoría absoluta en la Asamblea madrileña, se coloca junto al presidente andaluz Juanma Moreno como los grandes ‘barones’ del Partido Popular y obligará a Feijóo a gestionar con acierto cuotas de poder, protagonismos y egos que sumen. Martínez-Almeida declaró anoche que esta victoria “es el punto de partida de la derogación del ‘sanchismo'”. Juanma llegó a decir en Sevilla que “el cambio ha empezado” para llevar a Feijóo a la Moncloa.

El caso de Ciudadanos es la crónica de una muerte anunciada, aunque sea recurrir al tópico. Los errores en política se pagan y el gran error de lo que podía haber sido el partido ‘puente’ o ‘bisagra’ de la política española para dar juego a izquierda y derecha, arrancó con el agocentrismo y la torpeza de Albert Rivera y las decisiones fallidas sobre mociones de censura que se volvieron contra el partido naranja. Hoy Ciudadanos ya no está en los ayuntamientos ni comunidades como Madrid, donde tenía incluso con Villacís la vicealcaldía.

En los resultados finales del 28M el PP supera en un 3% a los votos socialistas. El 28M deja además otro dato relevante: el PP y el PSOE han concentrado casi el 60% del voto en las elecciones municipales, lo que supone que el bipartidismo crece diez puntos porcentuales con relación a los comicios locales de hace cuatro años. Frente al crecimiento de Bildu en las provincias vascas, el independentismo catalán cae cinco puntos y baja hasta el 40%. 

De momento el diferencial de voto ha sido de cerca de más de 700.000 votos a favor del PP en estas elecciones, frente a 1,6 millones de votos que sumo el PSOE hace cuatro años.

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