Durante una reciente aparición en el podcast «I’m ADHD! No You’re Not», Robbie Williams sorprendió a todos al revelar que ha sido diagnosticado con el síndrome de Tourette. Pero no es el Tourette que muchos imaginan. No se trata de tics visibles ni de sonidos involuntarios. Para Williams, se manifiesta como pensamientos intrusivos que suceden dentro de su mente.
«He descubierto que tengo Tourette, pero no se manifiesta exactamente. Son pensamientos intrusivos que ocurren dentro de mí», explicó el cantante.
Este testimonio ofrece una mirada diferente al trastorno y a la salud mental en general. No es la primera vez que Williams habla de sus dificultades. Ya había compartido experiencias con depresión, ansiedad, TDAH y episodios de adicciones. Sin embargo, esta confesión muestra una lucha más silenciosa y profunda que ha acompañado al artista durante décadas.
El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico que usualmente se asocia con tics motores y vocales, como parpadear, encogerse de hombros o emitir sonidos involuntarios. Pero existen formas más internas, menos visibles. Investigaciones médicas señalan que algunas personas experimentan pensamientos obsesivos o impulsos internos que generan tanta carga emocional como los tics físicos. En el caso de Williams, estos pensamientos intrusivos podrían reflejar esa tensión interna constante, difícil de explicar y aún menos de ver, según ha publicado El Heraldo de México.
Además del Tourette, Robbie Williams convive con TDAH, episodios de depresión y agorafobia. Esta última, un miedo intenso a ciertos lugares o situaciones, ha afectado su vida profesional. Williams admite que los escenarios y las giras son un desafío constante.
«Tengo una relación muy complicada con las giras y las actuaciones en vivo. La gente piensa que debería emocionarme, ¡pero en realidad estoy aterrorizado! Cualquier lugar fuera de mi cama es mi zona de incomodidad», contó el artista.
A lo largo de su vida, Williams ha aprendido a manejar estas dificultades. Reconoce que no desaparecen, pero ha desarrollado estrategias para convivir con ellas.
«Era horrible en mis 20 y malo en mis 30. A mis 40 ya comenzó a mejorar. Es un trabajo realmente duro estar dentro de mi cabeza», confesó.
Su historia humaniza los trastornos neurológicos y de salud mental. Muestra que la fama y el éxito no eximen de luchar contra problemas invisibles. Al compartir su experiencia, Williams ayuda a romper estigmas y a dar visibilidad a formas menos conocidas de Tourette y otras condiciones mentales. Su mensaje es claro: hay que reconocer la lucha interna, aunque no siempre sea visible.