Rituales y protocolos a seguir tras la muerte de un Papa

27 de febrero de 2025
2 minutos de lectura
Vaticano
La Basílica de San Pedro del Vaticano. | Fuente: Alexandre Guillaumot / DPPI / AFP7 / Europa Press

Más allá del cambio de liderazgo, el fallecimiento de un Pontífice simboliza un momento de reflexión y renovación para la Iglesia

El fallecimiento de un Papa marca el inicio de un proceso solemne lleno de tradiciones que garantizan la continuidad y estabilidad de la Iglesia Católica. En el caso del papa Francisco, cuya salud es crítica debido a complicaciones recientes, comprender estos rituales es esencial para entender cómo la Iglesia se prepara para una transición de liderazgo.

El primer paso es la confirmación oficial de la muerte, una tarea a cargo del cardenal camarlengo. Este funcionario, junto con el jefe del departamento de salud del Vaticano, verifica el fallecimiento del pontífice. Inmediatamente después, el cuerpo del Papa es vestido con la tradicional sotana blanca y llevado a la capilla privada del Vaticano para una ceremonia íntima.

En esta etapa inicial, el camarlengo también realiza un acto simbólico crucial: la destrucción del anillo del pescador, un sello papal utilizado para autenticar documentos. Este gesto representa el fin del papado y evita que el anillo pueda usarse para falsificaciones, según indica Vanguardia.

A diferencia de sus predecesores, el papa Francisco ha optado por modificar algunas tradiciones funerarias. Por ejemplo, eliminó la exposición pública de su cuerpo en un pedestal elevado. En cambio, los fieles podrán rendirle homenaje en un ataúd sencillo en la Basílica de San Pedro, en un gesto que refleja la humildad que caracterizó su pontificado.

El funeral de un Papa suele realizarse entre cuatro y seis días después de su muerte. En consonancia con su visión más austera, Francisco eligió ser enterrado en un único ataúd de madera forrado de zinc, en lugar de los tres ataúdes tradicionales. También expresó su deseo de descansar en la Basílica de Santa María la Mayor, un lugar que visitaba con frecuencia para rezar a la Virgen María.

El nuevo pontífice

Uno de los momentos más esperados tras la muerte de un Papa es el Cónclave, donde se elige a su sucesor. Este proceso, que se lleva a cabo entre 15 y 20 días después del fallecimiento, reúne a los cardenales menores de 80 años en la Capilla Sixtina. Allí, en completo aislamiento del mundo exterior, realizan votaciones secretas hasta alcanzar un consenso.

El mundo entero espera con atención el humo blanco, la señal de que un nuevo Papa ha sido elegido. Cuando esto ocurre, el cardenal más alto en rango anuncia desde el balcón de la Basílica de San Pedro las palabras en latín: «Habemus Papam», proclamando así al nuevo líder de la Iglesia Católica.

Más allá del cambio de liderazgo, la muerte de un Papa simboliza un momento de reflexión y renovación para la Iglesia. El nuevo pontífice, además de continuar con las tradiciones, suele aportar un enfoque personal que define el rumbo de la institución en los años siguientes.

Este protocolo minucioso, perfeccionado a lo largo de los siglos, garantiza que la Iglesia Católica mantenga su estabilidad y unidad en tiempos de pérdida, asegurando que la fe y el legado del Papa fallecido perduren en la memoria de millones de fieles alrededor del mundo.

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