En una decisión que evoca tiempos de la Guerra Fría, el gobierno de Estados Unidos ha implementado una nueva política que prohíbe a su personal diplomático, así como a familiares y contratistas con acceso a información sensible, mantener relaciones románticas o sexuales con ciudadanos chinos mientras se encuentren en territorio chino.
La directriz, impulsada por el embajador saliente en Pekín, Nicholas Burns, fue comunicada a comienzos de 2025 antes de su salida del cargo, aunque no ha sido anunciada públicamente por el Departamento de Estado. Según confirmaron a la agencia Associated Press cuatro personas con conocimiento directo del asunto, esta decisión responde a crecientes preocupaciones por seguridad nacional, según una información de Marina Pacheo Ortiz, publicada en Diario de Yucatán.
Aunque algunas agencias federales ya contaban con normas restrictivas sobre relaciones personales con ciudadanos extranjeros, nunca antes se había instaurado una política generalizada y tan explícita de «no confraternización» en el país asiático.
Desde el verano de 2024, ya se había aplicado una versión limitada de la norma, enfocada en personal local empleado en embajadas y consulados. Sin embargo, la ampliación actual prohíbe todo tipo de vínculo sentimental o sexual con ciudadanos chinos en todo el país, incluyendo Hong Kong, Cantón, Shanghái, Wuhan y Shenyang.
La raíz de esta drástica decisión parece estar en el temor a que el enamoramiento o la intimidad puedan comprometer la seguridad de Estados Unidos. El uso de “agentes románticos” ha sido una táctica clásica en el espionaje global, especialmente documentada durante el siglo XX. Desde Washington consideran que las relaciones personales pueden debilitar la capacidad de un agente o funcionario para guardar secretos clasificados.
El único margen de flexibilidad lo tienen quienes ya mantenían una relación con ciudadanos chinos antes de la implementación de la norma. En esos casos, deben solicitar una exención formal. Si es denegada, deberán optar entre terminar la relación o abandonar su puesto en el país asiático.
La política fue informada internamente en enero mediante correos electrónicos y reuniones, pero aún no ha habido un pronunciamiento oficial del gobierno estadounidense ni del Congreso al respecto. Si bien el Comité de la Cámara sobre el Partido Comunista Chino ha sido señalado como uno de los impulsores de esta medida, ha evitado hacer comentarios públicos.
La medida ha causado sorpresa tanto dentro como fuera del cuerpo diplomático y reabre el debate sobre hasta qué punto pueden los gobiernos regular la vida privada de sus empleados cuando entran en juego cuestiones de seguridad nacional.