Cuando vi Harry Potter por primera vez, me fascinó el andén 9 y ¾ de la estación de King Cross. El punto de partida hacia Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Anoche pillé a Finn hurgando en mi armario. Estaba más pálido que de costumbre, más flaco y decrépito. Su gabardina estaba raída y vieja y había partes de su ser que casi habían desaparecido. En cuanto me vio, se escabulló como una
En aquel pueblo apenas soplaba el viento. Las raras ocasiones en las que lo hacía solían funcionar como antesala a una lluvia torrencial que a todas luces desembocaría en un nuevo desbordamiento del río..
Aunque no os lo creáis, la vida de las pelusas domésticas es altamente peligrosa. Mi padre dice que la aspiradora fue el comienzo del fin, la debacle, el apocalipsis de nuestro mundo. Ese artefacto rugidor y terrorífico, era para él el mismísimo
Volví a ver a Williams Wood Tennessee unas horas antes de ser ejecutado en el pabellón de la muerte, en la pequeña ciudad tejana de Huntsville. Le quedaban solo 24 horas de vida. Wood había decidido concederme la entrevista que me denegó
Oprimo el interruptor del flexo en el gesto mecánico de siempre. La bombilla parpadea levemente antes de apagarse. Con esa acción, echo el cierre a todos los sucesos de la jornada. Cualquier incidencia académica, cualquier mensaje intempestivo o cualquier preocupación que atenace
El soldado está solo en su trinchera. Desde hace dos horas sigue parapetado con la metralleta en el mismo lugar donde su comandante lo dejó con la orden de no abandonar su puesto.
Aquel día, el pasamanos lucía más lustroso de lo habitual, como si alguien se hubiera esmerado en encerarlo esa misma mañana. Apoyó ambos codos sobre la bruñida superficie y se encomendó a la tarea que, desde su jubilación, se había convertido en
Estoy en un destartalado sótano con un periodista de tribunales. Él está maniatado. La humedad es rancia. La tierra mojada de este agujero se mezcla con el aroma de las fritangas que se cocinan en una tasca cercana. No sé cuántas horas
Cada noche, cuando el último resplandor del ocaso se esconde entre las sombras, el farero prende su faro, lo ajusta, se asegura de que todo funciona bien y prepara café y chocolate caliente. Es la señal. Las tazas humean, los ojos brillan…