Nadie lo sabe, ni se imaginan el purgatorio, incluso el infierno, que viven muchas personas mayores, que en esas fechas estivales sienten más que nunca, el verdadero miedo a esa soledad que se les avecina.
Son sólo reflexiones de esos meses del verano interminable, con ese sopor insoportable por las altas temperaturas, esas que sufrimos todos, más en el Sur y mucho más las personas mayores en esos hogares que no están precisamente bien acondicionados para poderlos soportar, todo por no poder permitírselo, con sus pensiones de viudas.
Mientras muchos se van de vacaciones, es hoy, una obligación y lo cacarean por todas partes con ese poderío absurdo de hacer público como se lo montan y cuanto mas lejos mejor. Y algunos se van a las casas de los abuelos, en uno de esos pueblos que no van a visitar, durante el resto del año.
Las personas mayores que viven solas en las afueras de las ciudades, en esas urbanizaciones donde viven más mujeres que hombres, saben que regresa de nuevo la terrorífica y densa niebla acompañada del silencio que les envolverá durante esos meses de verano, y se llenan de un miedo incontrolable.
Algunas de esas mujeres que se quedaron solas, viviendo en urbanizaciones al quedarse atrapadas tras la muerte de sus maridos, sufren la soledad con mas fuerza, pues en verano se quedan vacias y no salen para nada, por miedo a los golpes de calor, con temperaturas altísimas.
Cuando aún eres o te sientes joven no te paras a pensar, y menos, meterte en esa tesitura de visualizar esas situaciones que estan viviendo muchos mayores, incluso los tuyos, es demasiado molesto y para algunos, los viejos estorban.
Y se quedan solas esas mujeres ya viudas y que a pesar de estar acostumbradas a su nueva forma de vida, se les implanta en el corazón ese pellizco de amargura por ese capricho del destino que las dejó a merced de ellas mismas.
No se quejan, no dicen nada, esperan los días y sólo cuando pasean, en tiempos con temperaturas más agradables, hablan y se explayan contando sus penas y soledades en un banco de cualquier parque, cuando se encuentran con alguna de esas amigas o conocidas que viven en circunstancias similares.
La mayoria son mujeres añejas en sus soledades y, muchas de ellas, no reciben ni una llamada de sus familiares mas cercanos y, en algunos casos mas sangrantes, de sus hijos.
Esa falta de amor la suplen, en algunos casos, esos sobrinos queridos que por solamente cariño se preocupan, sin ningún otro interés de sus mayores, ellos son los que les transmiten esas ilusiones con sus jovenes vidas.
Tener hermanos es una bendición, y esas hermanas que ayudan con cariño dando empuje a las vidas que les quedan a sus hermanas, en algunos casos, muy mayores, son dignas de admiración y respeto por esas entregas totalmente altruistas para animarlas, ilusionando sus días con esos proyectos para conseguir que tengan sus mentes ocupadas.
Esta reflexión surge por algún hecho vivido, al sufrir ataques de ansiedad en plena madrugada y vernos más de una, obligadas a ir al centro de salud, con ataques de ansiedad, casi sin poder respirar y en esas circunstancias, nos hemos encontrado con alguna conocida en similares circunstancias. Suele ocurrir, a lo largo de los meses de verano, y más durante las madrugadas.
Es el mismo perfil, mujeres viudas, solas y cansadas, muy cansadas de vivir, ahora se vive más, y doy fé, que algunas no se alegran con esta nueva situación de prolongación de la vida, es tiempo de irse, y así pensamos muchas.
Con amor y cariño se podría soportar todo, pero ante la soledad que nos espera, vivir por vivir, no, y ser una carga para los que quieres, tampoco. Hemos tenido hijos y disfrutamos a tope de nuestra maternidad ya lejana, pero con ese cordón umbilical que no se corta nunca, siempre están en nuestros recuerdos.
También, nos topamos y por desgracia en ocasiones, con unas situaciones que algunas relatan con verdadero dolor y angustia esa frialdad que se repite más, en las madres de hijos, que en las madres de hijas. Los yernos son más adaptables y algunos, sucumben a la voluntad de sus mujeres, incluso en algunos casos se ven obligados a elegir, a costa de exponerse, a perder su propia familia, esa elegida libremente.
Así que pedimos una reflexión a esos hijos con madres viudas que se quedaron solas, y hoy con muchos años a sus espaldas sólo piden una llamada, y poder ver en fotografias esas imágenes para que no se pierdan en sus ya débiles memorias.
Con esas miradas frágiles por la edad, esos solitarios abuelos, sordos de sus voces, se conforman con recordarlos, gracias a las fotografías de los viejos álbumes guardados, cuando les dejaron ejercer de abuelos paternos, durante un mínimo tiempo.
Esto por desgracia, no es un cuento, no es mentira, es injusto, incluso inhumano y este escrito, va dedicado a esos abuelos que se sienten al final de sus vidas más solos, y en esas vacaciones, mucho más.
Somos depositarias de sus conmovedoras historias, contadas por ellos, algunas desgarradoras, desde aquí les damos voz, y esperamos el despertar de esos hijos, para que no esperen más, la fecha de caducidad se transparenta en la frente de sus madres y también de sus padres.
Siempre ponemos por delante, todas como madres ese amor infinito a nuestros hijos, esos que parimos y que nos hicieron abuelas, al convertirse ellos en padres.
Siempre en muchas de sus ya frágiles memorias, en algunos casos, todas sentimos lo mismo al hablar de ellos por encima de todo… Nos convertimos en madres al traerlos a este mundo y eso nos ha quedado grabado en nuestras vidas, hasta el final.
¡ SON NUESTROS HIJOS Y LOS QUEREMOS POR ENCIMA DE TODO Y DE TODOS!