La pérdida repentina de conocimiento suele generar preocupación inmediata en cualquier entorno. Aunque en muchos casos se trata de un episodio breve y no grave, el cuerpo recupera la conciencia gracias al retorno de la sangre al cerebro tras la caída; conocer las acciones adecuadas permite evitar riesgos innecesarios y manejar la situación con eficacia.
Cuando alguien se desmaya, lo primero es garantizar su seguridad y facilitar que el flujo sanguíneo vuelva al cerebro. Para ello, es recomendable acostar a la persona boca arriba y elevar ligeramente sus piernas, aflojando cualquier prenda ajustada, sobre todo alrededor del cuello, para favorecer la respiración. También es fundamental comprobar si respira; si no lo hace y no responde, debe iniciarse de inmediato la reanimación cardiopulmonar.
Mientras se espera a que recobre la conciencia, conviene vigilar su temperatura para evitar que se enfríe o se sobrecaliente. En caso de que exista sospecha de lesión en la columna vertebral, lo adecuado es no moverla. Si la persona vomita, debe girarse todo su cuerpo en bloque para proteger las vías respiratorias sin forzar el cuello ni la espalda, según recoge El Excelsior.
Tan importante como saber qué hacer es conocer qué se debe evitar. No se deben ofrecer alimentos ni bebidas a alguien que permanece inconsciente, tampoco colocar una almohada bajo la cabeza, ya que podría comprometer la alineación de las vías respiratorias. Intentar reanimar con palmadas, sacudidas o echando agua en la cara no solo es ineficaz, sino potencialmente perjudicial.
Una vez recuperada la conciencia, es importante continuar observando a la persona y transmitirle calma para valorar si necesita atención adicional. Si la mejoría no llega en uno o dos minutos, si aparecen convulsiones o si el episodio se repite, es imprescindible contactar con los servicios de emergencia. Cuando la persona respira pero no responde y no presenta lesiones, lo adecuado es colocarla en posición de recuperación. En aquellos casos en los que el desmayo se deba a un nivel bajo de azúcar, puede ofrecerse algo dulce para comer o beber, pero únicamente cuando esté totalmente consciente.
Asimismo, la prevención desempeña un papel esencial. Mantenerse bien hidratado, evitar períodos prolongados sin comer y no permanecer de pie sin moverse durante demasiado tiempo reduce la probabilidad de sufrir un desmayo. Las personas con condiciones médicas específicas, como la diabetes, deberían llevar siempre alguna identificación que facilite información en caso de emergencia. Si aparecen señales previas, como mareo, visión borrosa o sudor frío, es aconsejable acostarse de inmediato o sentarse inclinando la cabeza hacia las rodillas. También puede ayudar cruzar las piernas o tensar con fuerza los músculos de las piernas para favorecer el retorno sanguíneo al cerebro.
Actuar ante un desmayo no requiere formación profesional, sino calma, atención y conocimientos básicos de primeros auxilios. Recordar estos principios y saber cuándo es necesario pedir ayuda garantiza una respuesta rápida y adecuada ante un episodio de pérdida de conciencia.