El ghosting ya no se limita a las relaciones personales. Ahora también invade el mundo laboral y se ha convertido en una práctica cada vez más común entre empleadores y trabajadores. Según datos de la plataforma de empleo Indeed, su presencia crece de forma constante, reflejando los cambios en la forma de trabajar y las nuevas prioridades de las personas.
El término ghosting proviene del ámbito social y describe el acto de cortar toda comunicación sin dar explicaciones. En el entorno laboral, ocurre cuando un candidato deja de asistir a entrevistas o, en casos más graves, cuando acepta una oferta y firma un contrato, pero no se presenta a su primer día de trabajo.
Aunque para algunos empleados puede parecer una salida sencilla, este comportamiento tiene consecuencias importantes. Afecta su reputación profesional y genera pérdidas a las empresas que ya habían invertido tiempo y recursos en su contratación, según recoge El Excelsior.
Las razones son múltiples y van más allá del simple desinterés. Entre las causas más comunes destacan la insatisfacción con el ambiente laboral, la llegada de ofertas más atractivas, la falta de reconocimiento o desarrollo profesional, los problemas con el liderazgo, la sobrecarga de trabajo y la falta de equilibrio entre la vida personal y laboral.
También influyen el incumplimiento de promesas hechas durante el proceso de reclutamiento o los cambios en la cultura organizacional. En muchos casos, los trabajadores recurren al ghosting porque no confían en que expresar sus inconformidades servirá de algo. Optan, entonces, por desaparecer sin explicaciones.
El ghosting laboral tiene efectos en ambas partes. Para los trabajadores, puede dañar su reputación profesional, ya que los reclutadores suelen compartir experiencias y referencias. Esto puede cerrarles puertas a futuras oportunidades.
Para las empresas, implica pérdida de tiempo, dinero y credibilidad. Dificulta la atracción de talento, eleva la rotación y genera un impacto negativo en la imagen del empleador, especialmente en sectores donde la especialización del personal es clave.
También ocurre este fenómeno en sentido contrario. Muchas compañías dejan de responder a los candidatos tras entrevistas o pruebas. Esto genera frustración, ansiedad y pérdida de confianza entre los postulantes. Además, provoca desgaste emocional, pérdida de tiempo y una disminución en la motivación para seguir buscando empleo.
Estas prácticas deterioran la relación entre empresas y profesionales y refuerzan la desconfianza hacia los procesos de selección.
Para reducir esta práctica, los expertos recomiendan fomentar una comunicación abierta y transparente. Las empresas pueden implementar canales de retroalimentación continua, ofrecer planes de desarrollo profesional, aplicar programas de bienestar y mantener entrevistas de salida para detectar posibles problemas internos.
También es fundamental establecer esquemas de flexibilidad laboral que favorezcan el equilibrio entre vida personal y profesional, así como políticas claras de renuncia o transición.
Por su parte, los candidatos deben asumir una actitud profesional. Si deciden retirarse de un proceso de selección, deben comunicarlo oportunamente. De esta forma evitan dañar su imagen y mantienen buenas relaciones dentro del mercado laboral.