Conciliar el sueño después de las comidas puede convertirse en un reto para muchas personas, y no siempre se debe al estrés o a una digestión pesada. Factores como enfermedades específicas, el uso excesivo de pantallas, las siestas largas o una dieta desequilibrada pueden interferir en el descanso nocturno. Según la AARP (Asociación Americana de Personas Jubiladas), la calidad de la alimentación antes de dormir juega un papel clave, ya que consumir productos ricos en grasa y pobres en fibra puede alterar el metabolismo.
No obstante, incluso una dieta saludable puede causar molestias si no se elige bien el momento y tipo de alimentos. Kyle Crowley, nutricionista de la empresa británica Protein Works, señala que alimentos ácidos como la naranja pueden provocar reflujo y acidez estomacal. Esto sucede cuando el ácido del estómago sube por el esófago, causando una sensación de ardor en el pecho, especialmente durante la noche.
Crowley advierte de que mantener este hábito alimenticio a largo plazo puede tener consecuencias graves, como el desarrollo de enfermedades gástricas e incluso cáncer de estómago o esófago. Por ello, recomienda evitar cenas pesadas o muy próximas a la hora de acostarse, y optar por porciones ligeras que favorezcan una digestión saludable y un sueño reparador.
Como alternativa, el especialista sugiere incorporar alimentos específicos que ayudan a dormir mejor. Entre ellos destacan los huevos, ricos en melatonina, una hormona natural que regula el sueño y aporta sensación de saciedad. Este alimento puede ser una excelente opción para una cena ligera y nutritiva.
Los cereales integrales, como el maíz, la avena o el trigo, también son recomendados. Contienen triptófano, un aminoácido que favorece la producción de serotonina y melatonina, claves para el equilibrio del sueño y el estado de ánimo. Incluir estos cereales en la dieta nocturna puede mejorar la calidad del descanso.
Por último, la banana se presenta como una fruta ideal antes de dormir, gracias a su alto contenido de magnesio y potasio. Estos minerales ayudan a relajar los músculos y calmar el sistema nervioso, facilitando el inicio del sueño. En definitiva, la clave para dormir bien puede estar tanto en lo que comemos como en cuándo lo hacemos.