Los domingos salen a la plaza viejos y niños buscando el sol que les falta. Unos retienen su fuego para iluminar memorias; otros, para que la bola de cristal acierte en su agujero… Todos blanquean algo por las grietas de las sombras colectivas dejando un reguero de posibilidades que otros aprovechan para no hundirse en la desolación.
Entre mis amigos hay quienes defienden las enseñanzas en los colegios privados y, según experiencias, quienes patrocinan los públicos. Yo saco la cara por los dos porque en cada uno, como en la vida, todo depende de la vocación, capacidades, interés y generosidad de quienes enseñan, así como de la calidad de sus modos. En privados y públicos hay, además, muchos matices, pero todos son secundarios y sirven únicamente para mejorar con florituras la presencia.
…Conocí a un prohombre que defecó en una fuente y luego, tras convencerle de las bondades que tenía aquel agua, no le quedó más remedio que beber en ella.
Cuando se dogmatiza y más tarde, abruptamente, se cambia de opinión es conveniente y saludable pedir disculpas: a más contradicciones, menores confianzas.
Pedro Villarejo