Clístenes, en un clarear de sabios griegos, abanderó la democracia como la forma más participativa de gobernar a un Pueblo que, a su vez, delegaría su poder en una cabeza visible y en otras muchas cabecitas que le ayudarían. En el año 500 a.C. ya se tenía muy en cuenta que Poder tiene su raíz en Potestas y la potestad sólo puede (o debe) ser ejercida desde la dignidad y los valores. Cualquier otra forma de usarla se transforma en una manipulación bochornosa. La gloria para el Pueblo es lo único que debe buscarse legitimando así la original democracia.
Palabra que hoy se llena de mentira en muchas bocas que la imploran intentando colarse por las grietas abiertas de la libertad.
En Jesucristo, lámpara viva de nuestra civilización, mandar es servir y nunca servirse de las grandezas conferidas para alcanzar un fin bastardo y, en estas circunstancias, descaradamente ejercido.
…Casi todos en Veraluz han agachado su cabeza después de oír al Fiscal General de Estado proclamar que cree en la Justicia y en la Verdad, como quien espera lo que no puede esperarse.