La cantante y empresaria Katy Perry ha sido una de las protagonistas de la misión espacial NS-31, un hito en la carrera aeroespacial privada: se trata del primer vuelo suborbital tripulado exclusivamente por mujeres. La cápsula, desarrollada por la empresa Blue Origin, aterrizó con éxito en el desierto de Texas tras una travesía de apenas 11 minutos, pero de enorme significado simbólico.
Acompañando a Perry viajaron figuras destacadas de distintos ámbitos: la ingeniera Aisha Bowe, la astrofísica y activista Amanda Nguyen, la periodista Gayle King, la productora y cineasta Kerianne Flynn y Lauren Sánchez, periodista y piloto, quien además organizó la misión. Todas ellas forman parte de una generación que busca dejar su huella en el espacio, no solo con talento, sino también con visibilidad, según una información de El Observador.
La misión NS-31 no solo fue un vuelo espacial: también sirvió como plataforma para reivindicar la inclusión, la ciencia y la participación femenina en sectores tradicionalmente liderados por hombres. Lauren Sánchez —novia del magnate Jeff Bezos, fundador de Blue Origin y Amazon— fue la encargada de seleccionar a las tripulantes, apostando por una tripulación diversa, inspiradora y comprometida.
Aunque el nombre de Katy Perry ha acaparado los titulares, la artista no voló como una simple celebridad: se ha involucrado activamente en causas sociales y científicas, y con esta misión busca también inspirar a nuevas generaciones de niñas a interesarse por la exploración espacial, la ciencia y la tecnología.
El trayecto suborbital apenas duró 11 minutos, pero sus implicaciones van más allá del cronómetro. En un contexto en el que las mujeres siguen siendo minoría en la industria aeroespacial, la NS-31 representa un paso hacia la equidad. Un vuelo corto, sí, pero hacia un futuro más amplio.