Un parapentista fue arrastrado el pasado sábado hasta los 8.598 metros de altitud —casi la altura del Everest— tras perder el control de su equipo durante un vuelo en las montañas de Qilian, entre las provincias chinas de Qinghai y Gansu, según una información publicada en Clarín.
A esa altitud, las condiciones son extremas: temperaturas cercanas a los -40 °C y niveles de oxígeno críticamente bajos. El deportista, que grabó todo el incidente, sufrió congelaciones visibles pero logró mantenerse consciente y aterrizar sin lesiones graves.
Aunque el parapentista tenía licencia, no contaba con el plan de vuelo ni los permisos necesarios para operar en esa zona, lo que ha llevado a las autoridades chinas a abrir una investigación por posibles infracciones administrativas.
Expertos advierten que los vuelos de parapente a grandes alturas son extremadamente riesgosos y que la supervivencia a esas condiciones es muy poco frecuente.
En el incidente reciente en China, los expertos han subrayado la importancia de usar equipamiento especializado para grandes altitudes, incluyendo ropa térmica adecuada y sistemas de oxígeno suplementario. Sin este equipo, la probabilidad de hipoxia, congelación o pérdida de conciencia aumenta considerablemente.
El parapentista involucrado fue trasladado posteriormente a un hospital para ser evaluado, aunque los medios locales señalaron que se encontraba en condición estable tras su aterrizaje.