RODRIGO JULIO MOLINA
A primera vista, Panamá parece tener todos los ingredientes para ser una nación próspera: el Canal de Panamá, que genera ingresos multimillonarios; una economía dolarizada; un sistema bancario robusto; y una posición estratégica que lo convierte en un hub logístico y comercial entre América del Norte y del Sur. Sin embargo, pese a estas ventajas, el país muestra signos claros de fallo estructural del Estado. Las causas de esta contradicción aparente pueden agruparse en cinco grandes áreas:
Corrupción sistémica
La corrupción ha penetrado casi todos los niveles del Estado panameño. Desde escándalos internacionales como los Papeles de Panamá hasta redes locales de clientelismo político, los recursos públicos suelen desviarse en lugar de invertirse en desarrollo social. Esta corrupción erosiona la confianza institucional y limita la capacidad del Estado para gobernar con eficacia.
Desigualdad social y económica
El crecimiento económico de Panamá ha sido impresionante en cifras macroeconómicas, pero el desarrollo no ha sido inclusivo. Existe una marcada brecha entre la ciudad capital y las zonas rurales e indígenas, donde persisten altos índices de pobreza, desnutrición y falta de acceso a servicios básicos. Esta desigualdad alimenta tensiones sociales y políticas.
Crisis de gobernabilidad
En los últimos años, Panamá ha experimentado una creciente desconexión entre el gobierno y la ciudadanía. Protestas masivas —como las recientes movilizaciones por temas ambientales, corrupción y el contrato minero— reflejan la deslegitimación del sistema político. La justicia, altamente politizada, no ofrece un contrapeso eficaz, lo que ha generado un clima de ingobernabilidad e impunidad.
Colapso institucional
Las instituciones públicas panameñas muestran signos de ineficiencia crónica: hospitales colapsados, educación deficiente, inseguridad creciente y servicios básicos en estado crítico. Aunque el país genera ingresos suficientes —especialmente a través del Canal—, estos no se traducen en bienestar público debido a la mala administración y la falta de planificación estatal.
Falta de visión estratégica a largo plazo
A pesar del valor del Canal y otros activos logísticos, Panamá ha fallado en diversificar su economía de forma sostenible o en invertir en industrias de alto valor agregado. En lugar de aprovechar su riqueza para construir una sociedad del conocimiento, reducir la dependencia del sector financiero opaco o impulsar la ciencia y la tecnología, el país ha mantenido un modelo económico vulnerable y cortoplacista.
*Por su interés, reproducimos este artículo Rodrigo Julio Molina, publicado en La Prensa.