Fin de año y sus celebraciones suelen estar asociadas a mesas abundantes, platos tradicionales y a la idea de comer “un poco de todo”. Sin embargo, para las personas que están utilizando medicación inyectable para bajar de peso, este contexto puede volverse incómodo si no se toman ciertos cuidados. El problema no es la celebración en sí, sino la forma en que el cuerpo responde durante el tratamiento.
Por ello, la Dra. Susana Fuentes (M.N. 92.619), especialista en medicina interna y magíster en Diabetes, explica que este tipo de medicación enlentece el vaciado gástrico. Este efecto ayuda a controlar el apetito, pero también hace que algunos alimentos sean más difíciles de digerir, sobre todo en situaciones festivas donde es habitual excederse en las cantidades.
Según informa el Diario de Cuyo, advierte la especialista que también el alcohol es un factor que incrementa el disconfort gastrointestinal:
«Los alimentos ricos en grasas o muy azucarados pueden causar problemas en cualquier época del año, pero durante las Fiestas el riesgo aumenta»
Asimismo, la medicación inyectable para bajar de peso actúa sobre hormonas que regulan el apetito y la saciedad. Al ralentizar la digestión, favorece una ingesta menor, aunque puede generar molestias cuando se combinan porciones grandes con comidas pesadas. Explica Fuentes:
«Cuando el sistema digestivo ya se mueve más lentamente, los alimentos festivos pueden permanecer en el estómago más tiempo de lo habitual»
Esta situación suele manifestarse con síntomas como hinchazón, reflujo, gases, eructos de olor intenso, náuseas, diarrea y, en algunos casos, vómitos.
Aclara la médica que no es necesario eliminar por completo los alimentos tradicionales de las Fiestas, sino reducir las cantidades y prestar atención a las señales de saciedad:
«Las porciones más pequeñas son más amables con una digestión lenta y ayudan a prevenir la pesadez y las náuseas»
Existen ciertos platos típicos que suelen provocar mayor malestar en personas que utilizan este tipo de medicación. Entre ellos se encuentran las preparaciones muy grasas, como embutidos y carnes procesadas, que pueden intensificar las náuseas y el reflujo. También las guarniciones elaboradas con grasas animales, como papas fritas o salteadas, resultan especialmente pesadas para un estómago con digestión lenta.
Asimismo, las porciones grandes de carne requieren un mayor esfuerzo digestivo y pueden causar calambres o vómitos. A esto se suman los quesos blandos y muy cremosos, que permanecen más tiempo en el estómago, y los postres con alto contenido de grasa y azúcar, en especial las tortas densas de chocolate o rellenas de crema, que generan una sensación de plenitud intensa incluso en pequeñas cantidades.
Fuentes insiste en que el objetivo no es prohibir, sino regular:
«Comer despacio, frenar al primer signo de saciedad y espaciar los alimentos más ricos a lo largo del día puede hacer que las comidas festivas sean mucho más llevadera»
Durante las Fiestas es frecuente caer en extremos, ya sea comer sin límites “porque es Navidad” o restringirse tanto que la experiencia se vuelve frustrante. En personas que están en tratamiento, ambas conductas pueden resultar contraproducentes.
La recomendación general se basa en porciones pequeñas, un ritmo de ingesta lento y elecciones simples. Comer despacio permite que el cerebro registre la saciedad antes de que aparezca el malestar. Priorizar alimentos menos grasos y acompañarlos con verduras ayuda a aliviar la carga digestiva.
También es conveniente distribuir la ingesta a lo largo del día, en lugar de concentrarla en una única comida abundante, lo que reduce el impacto sobre el sistema digestivo y mejora la tolerancia del cuerpo a los festejos.
Escuchar al cuerpo forma parte del tratamiento. La medicación inyectable no busca castigar ni prohibir alimentos, sino regular el apetito y mejorar la relación con la comida. Los síntomas digestivos funcionan muchas veces como una señal de alerta de que algo ha sido excesivo.
Respetar esas señales es fundamental para sostener el tratamiento en el tiempo y evitar que una celebración se transforme en una experiencia desagradable. Con información, moderación y atención a las señales corporales, es posible disfrutar de las Fiestas, compartir la mesa y cuidar la salud al mismo tiempo.