Si el juez o el 061 se hubiesen movido mínimamente, probablemente ni Jesús F. S. estaría hoy muerto ni su hijo, en el centro psiquiátrico penitenciario de Fontcalent. El juez eludió internarlo pese a las súplicas de los padres
Sentado de noche en su silla de playa esperando que picase algún pez, entre la oscuridad irrumpió del mar, justo a su lado, una enorme lancha cargada con 300 kilos de droga. Se desató entonces un doloroso absurdo del que Tomás aún
Vicente Mezquita, el bueno, no era el dueño del teléfono que estuvo pinchado durante dos años. El entuerto se deshizo al final del juicio, tras tres años "de tormento", asegura