Y el modo que tienen muchos de no ver es cerrándose los ojos. Con los ojos cerrados no se sufre pero tampoco se ven las hermosuras con que nos brinda la vida cuando los trenes taran días en llegar a su destino o las casas y los campos arden por los matorrales sin desbrozar a causa de los presupuesto, ¡con lo que se ha despilfarrado de dinero público!..
A pesar de todo, hoy comienza a darme pena que tanto fustiguen al Presidente de Gobierno; aunque él tiene su legión de corifeos que apagan las ofensas «del enemigo«, me da la impresión de que, o el descontento es ingobernable o es manía persecutoria ya a un ser humano que no sabe cómo defenderse. Ni siquiera en el Hermitage le dejan tranquilo.
Es difícil encontrar en los diarios españoles lecturas que hablen de cosas cándidas, de pájaros que emigran , de enamorados que se iban de luna de miel a Palma de Mallorca o de las muchas canciones biensonantes del Dúo Dinámico. Pienso en Bertolt Brecht cuando escribía: «¿Qué tiempos son estos en los que es casi un pecado hablar de cosas inocentes?».
Casi todo es porfía y malabarismo; mientras, «los muertos mueren y las sombras pasan».
Pedro Villarejo