León XIV ya es Papa. Y aunque apenas ha comenzado su camino, muchos en España y América Latina lo sienten ya como un rostro cercano. Su primera gran eucaristía como pontífice, celebrada en la Plaza de San Pedro, reunió a más de 200.000 personas en un clima de unidad, emoción y mirada al futuro. Entre los asistentes, una nutrida representación española, desde obispos y cofrades hasta peregrinos anónimos, coincidieron en una palabra: conexión.
“Me transmite buena vibra”, decía Loli, llegada desde Vélez-Málaga. “Yo estaba un poco lejos de la Iglesia, pero con este Papa me dan ganas de volver”, confesaba Nacho, un joven cofrade malagueño. Desde Valladolid hasta Sevilla, pasando por León, fueron cientos los que se sumaron a la gran misa coincidiendo con el Jubileo de las Cofradías. “Es un Papa que genera cercanía, que busca la concordia”, resumía Isabel, emocionada al salir de San Pedro.
Los obispos españoles no disimulan su entusiasmo. “El Papa León tiene un perfil muy rico: ha sido misionero, docente, gestor en la Curia… y eso se nota”, subrayó Francisco César García Magán, secretario general de la Conferencia Episcopal. Su homólogo en Toledo, el arzobispo Francisco Cerro, no dudó en compararlo con sus predecesores: “Tiene el corazón de Francisco, la cabeza de Benedicto y los pies misioneros de Juan Pablo II”.
El deseo es común: que visite pronto España. Un viaje que quedó pendiente con Francisco y que ahora muchos ven factible. “Con él quizá sí se cumpla”, añaden desde la Conferencia Episcopal. En Roma, la agenda del Papa aún no lo confirma, pero ya hay ambiente de espera.
Desde Perú también llegaron voces emocionadas. En Chiclayo, donde fue obispo durante años, aún lo llaman “el 4×4” por su entrega en zonas rurales, incluso a lomos de burro o a caballo. “Era muy querido. Visitaba los mercados, hablaba con todos, daba consejos incluso a políticos”, cuenta Gustavo Espinosa, consejero regional. “Ahora es obispo de Roma, pero sigue siendo nuestro emérito de Chiclayo”, afirma entre risas el padre José Antonio Jacinto.
Como agustino, León XIV ha colocado la comunión como eje de su pontificado. Así lo explicaba fray Luis Marín de San Martín, subsecretario del Sínodo y también agustino: “Su mensaje es claro: sin amor no hay Iglesia. Y eso lo ha dejado claro desde el primer momento”. En la misa, presidida con solemnidad y cercanía, no faltaron símbolos como la imagen de la Virgen del Buen Consejo, una devoción muy ligada a la espiritualidad agustiniana, segun una información publicada en Europa Press.
Desde el Vaticano, otros altos cargos vaticanos apuntan a que este pontificado se caracterizará por un lenguaje más claro en lo doctrinal y más constructivo en lo pastoral. “Será un constructor de puentes”, afirmaba el cardenal Lazzarus You Heung-sik. “La Iglesia necesita más claridad, y creo que él puede darla sin perder la ternura”.
A falta de sus primeros grandes gestos, León XIV ya ha conseguido algo poco común en tan poco tiempo: despertar simpatía transversal, de cofrades andaluces a obispos castellanos, de jóvenes alejados a agustinos de vocación. En Roma, la tienda Soprani ha agotado ya los rosarios con su imagen. En Chiclayo, preparan celebraciones. En España, la ilusión se mezcla con el deseo de una visita.
León XIV ha comenzado su pontificado con los pies en la tierra, el corazón en los pobres y la vista puesta en la unidad. Y eso, en tiempos inciertos, no es poca cosa.