La Unión Europea y Estados Unidos han firmado oficialmente el acuerdo que busca frenar una guerra arancelaria entre ambas potencias. El pacto, alcanzado verbalmente el pasado 27 de julio, ya ha quedado reflejado en un documento formal, según confirmaron fuentes comunitarias.
El entendimiento establece que Washington aplicará un arancel del 15% a la mayoría de productos europeos, lo que impacta de forma directa en sectores clave como el aceite de oliva o el vino español.
A cambio, Bruselas aumentará sus compras de energía y material militar estadounidense, una inversión de miles de millones destinada a reforzar la cooperación estratégica. Además, se abre el comercio europeo a Estados Unidos, consolidando su papel como socio preferente en ámbitos clave.
El acuerdo también implica que la UE eliminará aranceles a productos industriales de EE UU y dará acceso preferencial a su mercado agrícola y pesquero, incluyendo lácteos, frutos secos, aceite de soja y carnes. Asimismo, se ampliará el actual pacto sobre la langosta hasta 2025, incorporando productos procesados.
Por parte estadounidense, se aplicará un máximo del 15% a las exportaciones europeas, con excepciones para bienes como aeronaves o medicamentos genéricos. También habrá una reducción gradual de los gravámenes a los automóviles europeos, un gesto que busca rebajar tensiones en un sector sensible.
El componente energético es clave: la UE comprará gas natural licuado, petróleo y productos nucleares estadounidenses por 750.000 millones de dólares hasta 2028, además de invertir 40.000 millones en microchips de inteligencia artificial fabricados en EE.UU.
El pacto incluye compromisos en defensa: empresas europeas invertirán 600.000 millones en sectores estratégicos norteamericanos, y los países comunitarios aumentarán la adquisición de material militar estadounidense para reforzar la interoperabilidad dentro de la OTAN.
Finalmente, el acuerdo contempla la reducción de barreras no arancelarias, el reconocimiento mutuo de estándares en automoción y telecomunicaciones, avances en ciberseguridad y un marco común sobre comercio digital y derechos laborales. Según ambas partes, se trata de un primer paso hacia una mayor integración económica transatlántica.