Seguramente la señora vicepresidenta del Gobierno se ha dejado influenciar por Bécquer, viendo la situación de su partido: “Mi vida es un erial: / flor que toco se deshoja; / que en mi camino fatal, / alguien va sembrando el mal / para que yo lo recoja… Y ha decidido crear una “nueva cultura democrática” que arranque de raíz el mal que le llega.
La forma, para que cristalice tal decisión y no se deshoje la flor de su pensamiento, es blindar cualquier apreciación, oral o escrita, que pueda perjudicarla. Haciendo un esfuerzo, la señora vicepresidenta está decidida a señalar ella misma las ideas que hayan nacido de una inteligencia vana y potenciar aquellas otras que destaquen el oropel de su espíritu.
…Vamos de asombro en asombro. Yo creía que Stalin había muerto después de haber matado a los insolentes que se atrevieron a difamarle. Ya veo que irradian todavía su ejemplo y sus posturas de “nueva cultura democrática”. Maduro, Fidel, Ortega… son espejos quebrados, caballos de Atila que no dejan en sus pueblos ni las sombras.
Que usted, señora vicepresidenta, defina lo que está bien y lo que está mal, es de risa.