Porque desconfío de todos los partidos políticos (no fiándome tampoco de mí mismo), tomé hace muchos años la determinación de no pertenecer a ninguno y de procurar la máxima objetividad posible que no me impidiera opinar sobre sus diferentes modos de proceder. Tampoco el Real Madrid, a mi criterio, está jugando bien últimamente.
La habilidad que tiene nuestro partido de Gobierno de apropiarse de la voluntad del papa fallecido, del papa nuevo, de don Antonio Machado, de la intelectualidad en general… es asombrosa. Nadie como ellos saben dar a los calcetines la vuelta necesaria.
El mundo entero estaba en vilo hasta que nuestra vicepresidenta segunda ha publicado estar conforme con el nombramiento de León XIV. Le ha faltado decir que el cónclave, antes de proclamar al elegido, no tuvo más remedio que consultarle a ella… ¡Cuánta ignorancia sublimada en su pedante coquetería!
Lo esencial de la acogida que tienen los papas con la clase política es sólo educación diplomática. La coincidencia con el evangelio y la doctrina es otra cosa.
Necesitamos un Candil de confianza que acompañando guíe e ilumine un pedazo de esa oscuridad absurda de las que nos rodean otros. Alguien que aparte las apariencias y nos deje ver lo esencial. Acertadísima reflexión. Espero que el aceite de ese Candil tarde mucho tiempo en apagarse.
Un cordial abrazo, amigo José Eladio
Pedro