Emulando al “nos quedará París”, de Casablanca, tras la comparecencia del Presidente de Gobierno en el Senado y ya que sólo puede destacarse el “no me consta”, “no recuerdo” o “esto es un circo”, nos quedan para interpretar sus gafas de estreno que, buscadas con intención, le favorecen. Pedro Almodóvar que, estremecido, alienta la belleza presidencial, habrá superado los éxtasis de genialidad a los que nos tiene acostumbrados.
Cuando comenzaban a operarse con éxito las miopías, me alentaron para que yo hiciese mismo. De ninguna manera, contesté, porque a los que somos feos, las gafas nos tapan la mitad de la cara y eso agradecerán los que nos miran aunque, los que nos miran, no puedan vernos del todo.
Unos tenemos gafas para ver; otros, para disimular que se está viendo lo que sólo puede mirarse con los ojos cerrados. “Ojos que non ven… tropiezo seguro”, pero ya sabemos que aquí, si seguimos cayendo al abismo por no ver, el Presidente nos presta sus gafas de pega para que luzcamos palmito. De todas maneras, lo que verdaderamente tiene importancia es la óptica donde se compran los cristales.
Pedro Villarejo