En medio de este sinvivir esperpéntico que a todos duele y a casi nadie inquieta, lo que más preocupa en Veraluz son las anunciadas leyes en las que jueces y fiscales podrían bailar con la música que toque el Gobierno de turno. Precisamente para que en él no haya turno, se intentan meter con un calzador en estos zapatos estrechos de corrupción, doblez y privilegios por votos: Se trata de asentar una dictadura encubierta que fatigue aún más el jadeo de la libertad.
Con semejantes leyes coercitivas que encadenan la democracia y propician una alabanza de miriñaque y salón, no saldrá la mejor luna de la palabra ni los ríos llegarán a la mar sin el permiso del presidente ni se permitirá que en las fallas de Valencia los ninots representen las picardías o los abusos ni en Cádiz habrá chirigotas… En España entera, menos en Vasconia y Cataluña, se medirá con una estrecha vara de medir el desahogo de sentirse libres y la anchura de la risa personal, sobre las bocas besadas.
Conocemos la flacidez amorfa de Bruselas, la impotencia del Rey, descabezado en la Constitución, y otros desamparos. Sin furioso espabile, nos quedará el llanto, como a Boabdil, entregando las llaves de Granada.
solo nos queda el llanto. Como a Boabdil, y es la pura verdad