“Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga es señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien» (Baltasar Gracian)
Me despierto esta mañana de Jueves Santo y pongo las noticias, como todos los días, y veo en la Cinco (suelo hacer zaping por todas las cadenas para establecer cuales son importantes y para quién) que el juez Peinado a multado con 5.000 euros al abogado de Begoña Gómez por dirigirse a los medios de comunicación y divulgar los pormenores de la declaración de su clienta.
También les ha impuesto una multa de 500 euros a los abogados de Vox y de Hazte Oír por la misma razón, pero en menor cuantía porque lo hicieron una vez ya habían sido difundidas las declaraciones de Begoña Gómez.
La periodista de la Cinco estaba entrevistando a un abogado que decía iba a recurrir la sanción, algo muy loable, pero no porque le pareciera injusta y no ajustada a derecho, sino porque no quería que se marcara un precedente al respecto y así se coartara la libertad de los abogados para contar a los medios lo que les venga en gana.
La periodista le daba la razón con el argumento de siempre: “Tan solo hacemos nuestro trabajo”. Sí, por supuesto, los periodistas hacéis vuestro trabajo, informar, pero existen leyes que declaran las actuaciones judiciales secretas, excepto para las partes, y existen reglas que exigen a los abogados su deber de confidencialidad con respecto a lo que sucede en un juzgado y de lo que conocen por su trabajo en él.
Como abogado, sé perfectamente que lo ideal para uno de nosotros es poder salir en los medios, salir del juzgado y que te agredan con los micrófonos, con las cámaras y con las grabadoras una horda de esos valientes trabajadores que tan solo hacen su trabajo. Es tan sumamente agradable esa idea que en estos momentos se me está poniendo morcillona tan solo de pensarlo.
Pero, ojalá hubiera más jueces como el juez Peinado. Otro gallo cantaría. Y me surge una pregunta: ¿Si hubiera sido el fiscal quien hubiera divulgado la información, qué hubiera hecho el juez? Me lo pregunto porque los abogados sí podemos ser sancionados y se nos menciona de forma explícita en la ley, pero a los fiscales no, y a los jueces tampoco.
Y esto me lleva a recordar un aciago día de finales de octubre de 2020 cuando después de más de 80 horas detenido me pusieron delante del juez estrella de aquel momento, D. Manuel García-Castellón y del fiscal anticorrupción Ignacio Stampa.
Estábamos esperando a su señoría y el señor fiscal estaba enredando con el móvil cuando le preguntó a la funcionaria: ¿Cómo es posible que ya esté publicada la declaración de la mujer de Villarejo si acaba de terminar?
En aquel momento no le di mayor importancia. Hoy he recordado varias cuestiones al respecto y me queda claro que fue el mismo fiscal Stampa quien había filtrado la declaración de Gemma Alcalá.
Hoy me ha venido a la mente el libro que ‘escribió’ Ernesto Ekaizer, ‘Jaque Mate’. Como veis he escrito escribir entre comillas para dejar claro que no creo que ese sea el verbo a utilizar para una obra que lo único que hace es reproducir íntegramente la pieza 28 de las Diligencias Previas conocidas como caso Villarejo, con comentarios muy bien intencionados para denunciar una confabulación judeomasónica urdida por Pepe Villarejo y por mí para destronar a quien el autor define como uno de los mejores fiscales que ha habido en España.
Difiero un tanto con esas opiniones. El fiscal Stampa debería estar en la cárcel y no tan solo defenestrado y apartado de la fiscalía anticorrupción. Hay que recordar que el fiscal Stampa, en su destino de Canarias amasó cierta fama entre algunas abogadas de ligón.
Ya en su nuevo destino de Madrid, en la Fiscalía Anticorrupción afianzó esa fama. Cuentan que tuvo una buena relación con la abogada de Podemos y que intercambió con ella algunos pendráis con las mejores grabaciones de Pepe Villarejo, sobre todo las que dejaban con el culo al aire a los enemigos de Podemos, incluido el PSOE.
Y este es tan solo algún ejemplo de fiscales y jueces que (supuestamente) filtran información “secreta”. Podríamos seguir con el caso de Urdangarín y la Infanta Cristina, donde algunas partes también intimaron con otras.
El derecho a la información tiene unas limitaciones y las pone la ley. Lo que es secreto es secreto para todos y publicarlo es un delito les guste a los periodistas o no.
Lo digo precisamente porque yo estoy imputado, junto con mi familia, por un delito de revelación de secretos, aunque todavía no me han dicho exactamente qué secretos he revelado, pero llevo cinco años imputado precisamente porque el Sr. Stampa se cagó las patas abajo cuando le dije al abogado del CNI que tenía una copia de las grabaciones de Villarejo y las iba a publicar.
Así que me parece muy bien las multas, pero deberían abrir diligencias previas a los abogados y a los periodistas, y así se terminarían las tonterías sobre el derecho a la información y la supuesta impunidad para contar en los medios lo que les dé la gana.
la libertad de información debe estar por encima de los secretos, opino yo.