El abandono animal sigue siendo una herida abierta en España. El 95% de los gatos y el 70% de los perros que llegan a los centros de recogida lo hacen sin microchip, lo que impide identificar a sus dueños y dificulta su retorno al hogar. Así lo señala el primer estudio oficial elaborado por la Dirección General de Derechos de los Animales, que retrata un sistema municipal con graves carencias y sobrecarga en las entidades protectoras, según una información publicada en Europa Press.
A partir de encuestas a 500 ayuntamientos y 250 protectoras, el informe revela datos preocupantes: uno de cada cuatro municipios admite no contar con ningún recurso para recoger o atender a animales abandonados, pese a que están obligados por ley desde 1985. Solo el 21% dispone de un centro propio, y en muchos casos son las ONG quienes los gestionan.
La identificación mediante microchip es, según el informe, la herramienta más eficaz para evitar abandonos y facilitar la reunificación. Gracias a él, el 31% de los perros extraviados vuelve con su familia, pero apenas el 6,6% en el caso de los gatos. Aun así, sigue siendo una medida insuficientemente extendida.
El estudio también arroja luz sobre los perfiles más abandonados: perros adultos, mestizos y de gran tamaño, junto a gatos comunes adultos, concentran las mayores tasas de permanencia en centros. Mientras los cachorros tienen más salidas hacia la adopción, los animales adultos se estancan en jaulas sin final feliz.
El Ministerio de Derechos Sociales prepara un Plan Estatal de Acción contra el Abandono que incluirá medidas normativas, apoyo técnico a municipios y regulación del control de la cría. El objetivo: lograr un «abandono cero», como prometió el ministro Bustinduy.
Las protectoras, por su parte, aguantan como pueden. Con una media de apenas 22 voluntarios y nueve casas de acogida por entidad, intentan cubrir las carencias del sistema. Atienden sobre todo a gatos (84%) y operan en condiciones muy precarias. Los datos, ahora públicos, dan el primer paso hacia un cambio estructural necesario. Porque cada animal sin chip no es solo una estadística: es una historia sin nombre ni destino.