Ante el zafarrancho inabarcable de la situación política en España, elijo reflexionar y escribir sobre menudencias dolorosas que trasmito como esperanzadas pretensiones a quienes respeto y agradezco por leer estos candiles.
La menudencia de hoy, como un menú diario al alcance de casi todos los bolsillos que llevamos en el entendimiento, se refiere al señor Laporta, presidente del Barcelona Club de Fútbol, que ha pedido a sus futbolistas y portavoces que no contesten a los periodistas si son preguntados en español, sólo si lo hacen en inglés, francés o catalán.
Me preocupa que el señor Laporta venga un día por aquí, pida pescaíto frito, el camarero no sepa catalán y él no lo solicite en español. Puede que, para entretenerlo le bailen una sardana. Estas veleidades alejan más del club a los que somos partidarios del Real Madrid, sin fanatismos. La hermosura del catalán, nada tiene que ver con el reconocimiento de que se trata de un idioma doméstico. Cada año el Estado dilapida más dinero en extenderlo y, según las estadísticas, cada vez se habla menos en Cataluña porque, la mayoría de ellos tiene, felizmente, un acreditado sentido común.
pedrouve