 
                Cada día estoy más convencido de que para soportar la realidad no habrá más remedio que transformarla. Empezando, desde luego, por uno mismo. En países como el nuestro, que solemos llamar “de avanzadilla”, la realidad es un bisturí que no descansa sobre las carnes de la razón, dejándonos malheridos con sólo contemplar lo que pasa.
El Presidente de Gobierno declarando en el Senado por asuntos que se relacionan con la corrupción. Tres años sin Presupuestos Generales porque no es indispensable organizar las contabilidades. El ministro de justicia promoviendo leyes donde el fiscal sea el juez y el juez un señor que bastante tiene con ponerse las puñetas. En Valencia se hace un Funeral de Estado sin una oración siquiera por los difuntos de la Dana, cuyos efectos fueron casi inevitables. Políticos en general que usan al pueblo para ocultar sus estimables incompetencias… En estos momentos, tener conciencia en España es aceptar el martirio sin el menor provecho.
Yo no me acomodo al consejo de Baltasar Gracián: “Escucha, mira y guarda silencio” porque entonces sería reconocido como un progresista más y ese tipo de evoluciones dejan extraviada para siempre la conducta.
Pedro Villarejo
 
                
 
                
 
                
