La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado su segundo Informe mundial sobre hipertensión, donde advierte de que en 2024 alrededor de 1.400 millones de personas vivían con esta condición. Sin embargo, solo una de cada cinco, unos 320 millones, la tenía bajo control mediante medicación o cambios en los factores de riesgo. Desde 1990, el número de personas afectadas prácticamente se ha duplicado.
El documento, presentado durante la 80ª Asamblea General de Naciones Unidas junto a Bloomberg Philanthropies y Resolve to Save Lives, subraya que la hipertensión es ya una de las principales amenazas para la salud pública. Según estimaciones de 2021, más de la mitad de las muertes por enfermedad cardiovascular y casi un tercio de las relacionadas con enfermedad renal se debieron a la presión arterial alta.
El impacto económico también es significativo. Entre 2011 y 2025, se calcula que las enfermedades cardiovasculares vinculadas a la hipertensión habrán costado a los países de ingresos bajos y medios más de 3.000 millones de euros, una cifra que equivale aproximadamente al 2% de su PIB conjunto.
Las consecuencias en salud son devastadoras: la hipertensión está detrás de infartos, accidentes cerebrovasculares, enfermedades renales crónicas y casos de demencia. El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló que “cada hora, más de 1.000 personas fallecen por accidentes cerebrovasculares e infartos de miocardio causados por la hipertensión arterial”. A su vez, Bloomberg Philanthropies recordó que la enfermedad sin control provoca más de 10 millones de muertes anuales.
Pese a estas cifras, los expertos insisten en que la hipertensión es prevenible y tratable. “Con voluntad política, inversión continua y reformas para integrar el control de la hipertensión en los servicios de salud”, muchas muertes podrían evitarse. El informe concluye con una advertencia: si no se adoptan medidas urgentes, el número de afectados superará los 1.500 millones de personas en 2030.