Aquellos exámenes de bachillerato dependían de una bolita. Si treinta temas tenía el libro, 30 bolitas en una bolsa: se metía la mano y la que saliera era el desarrollo ante el tribunal que correspondía. Tan mala suerte tuve que la bola dos salió de mi mano con el tema de los reyes godos, de los que ignoraba casi todo… pero como vi a los profesores distraídos hablando entre ellos, comencé a desarrollar la historia de los Reyes Católicos que era mi tema preferido. Un nueve tuve de nota y, hasta el día de hoy, nunca supe si los profesores se dieron cuenta del cambio o hicieron la vista gorda.
Nada de lo que se pregunta en el Congreso o en el Senado se responde. Todo es un bulo y si el tal bulo llega a tener demostración con audios o videos es “porque están manipulados”. De tal manera que las preguntas se quedan sin respuesta y las respuestas sin consecuencias, ya que son manzanas las traídas en la insolente cesta de la boca y, además, manzanas podridas.
Esto puede durar así toda la vida. Y la vida así sabemos todos donde termina. Si nadie lo remedia, los barros cubrirán España.