Manuel Cortés, 15 meses preso en Málaga ‘por la cara’, por estar donde no debía… pero era inocente

29 de septiembre de 2023
5 minutos de lectura
Manuel Cortés, en una terraza de Málaga charlando con José A. Hernández. Foto / J.A.H

Este vendedor ambulante, padre de tres hijos, fue a robar fruta para venderla en el mercadillo y lo confundieron con un ‘narco

Manuel Cortés, un vendedor ambulante de 50 años, se ha pasado 15 meses en una prisión de Málaga por ir y estar donde no debía, pero eso no implica que lo lleven 15 meses a la cárcel por un delito que no cometió. Iba a robar fruta en los invernaderos para venderla al día siguiente en el mercadillo y se vio involucrado, sin saber ni quererlo, en un asunto muy feo: el desembarco de un alijo de 2.000 kilos de hachís en Nerja (Málaga).

Ha estado 465 días preso hasta que la Audiencia de Málaga le juzgó y ordenó su libertad inmediata. Los jueces del tribunal llamaron a la cárcel para que le liberaran de inmediato. Pese a lo que decía la Guardia Civil, no había ninguna prueba que lo vinculase con una barcaza que arribó de noche a la costa malagueña, a 400 metros de donde él estaba buscando fruta con su furgoneta.

“Yo iba a robar fruta, aguacates, algunos tomates y pimientos. No tenía género para vender y mis hijos sufrían necesidades… Pero eso es una cosa y lo de la droga, otra. ¿Qué culpa tengo yo de que entrara en ese momento la barca esa y que los 11 tíos que, según supe después, se bajaron de ella se perdieran entre las rocas del acantilado sin que la Guardia Civil pillase a ninguno?”, se pregunta Manuel, padre de tres hijos. “Venían siguiéndoles por el mar desde un helicóptero.

Tenían la droga, pero ningún detenido. Me pillaron a mí allí, porque estaba por la zona, y me llevaron por delante. Es muy duro que te metan en la cárcel 15 meses mientras tus hijos pasan faltas. Les dije que yo no tenía nada que ver con la droga, pero no me hicieron ni caso”, cuenta.

No es este el único caso en Málaga de personas que acaban arrestadas o privadas de libertad sin pruebas o por graves errores judiciales. Un profesor y músico de la Orquesta Filarmónica de Málaga, el dueño de un local incendiado a propósito y un espontáneo pescador son otros ejemplos recientes de ineficacia policial y judicial con graves secuelas para las víctimas.

El caso del malacitano Manuel Cortés ocurrió la noche del 13 de abril del año pasado. Desesperado, se subió a su furgoneta esa noche, una Ford Transit, y se introdujo en una zona de invernaderos colindantes con una playa de Nerja.

Lo confiesa abiertamente: “No tenía género para vender al día siguiente con mi mujer en el mercadillo. Y no tenía dinero para comprar fruta; nunca imaginé lo que me iba a pasar…”. Exhibe la licencia de vendedor y los puestos de venta que tiene asignados en distintos pueblos.

Serían las doce de la noche. Mientras él oteaba su objetivo dentro de la furgoneta en un camino solitario que muere en la denominada Cala de Mora, en Nerja, irrumpió una embarcación cargada con 2.000 kilos de resina de hachís prensada.

Él estaba a unos 500 metros. Todo estaba muy oscuro. Asegura que no vio nada. Lo que sí escuchó de pronto fue el ruido de un helicóptero de la Guardia Civil y un enorme foco de luz que se proyectaba zigzagueante hacia una zona rocosa de la playa.

La luz perseguía a una 10 personas que se habían bajado corriendo de la barca y dejado sobre las rocas 69 fardos de hachís. Se oían voces de personas —luego supo que eran guardias civiles— que desde tierra indicaban al helicóptero los recovecos del acantilado por los que habían huido los del barco.

Desde el helicóptero, por su parte, avisaron a los agentes en tierra de la proximidad de una Ford Transit y de que había un hombre en su interior. Sospecharon que Manuel estaba allí para cargar la droga en su vehículo. “¡Baja del furgón, rápido, venga rápido!”, le gritaron los agentes. Y le llevaron detenido al cuartel. “Reconoce que tú estabas ahí para cargar la droga en tu furgón; el lunes hablamos con la juez y quedas libre y te vas a tu casa…”, dice Manuel que le comentaron. “Yo iba a coger fruta, no tengo nada que ver con eso…”, respondió.

“Se les escaparon todos y a alguien tenían que pillar”

En el atestado de la Guardia Civil figura que Manuel estaba aquella noche “muy nervioso”, llevaba dos móviles encima y que les reconoció que le ofrecieron “entre 3.000 y 5.000 euros” por cargar la droga. “¡Eso es mentira, se lo inventaron! Se les escaparon todos y a alguien tenían que pillar; jamás he tenido nada que ver con las drogas…”. Manuel tiene antecedentes por robos de fruta, pero ninguno por drogas.

Ni llegó a tocar fruta ajena esa noche ni, por supuesto, droga: fue detenido a casi 500 metros de la zona rocosa donde la embarcación se deshizo de la mercancía. Aun así, se lo llevaron detenido; y desde el cuartel al juzgado, y desde aquí a la cárcel. Se pone a llorar cuando recuerda las llamadas a la cárcel de sus hijos, de ocho y nueve años. “Y la impotencia que se siente cuando ves pasar los días y no te dejan salir por algo que no has hecho”.

El tribunal que lo absolvió telefoneó el mismo día del juicio a la cárcel para que lo liberaran. El fiscal le pedía ocho años de cárcel. En la sentencia se critica que estuviese 15 meses preso: “La inferencia deductiva empleada por el fiscal no le permite a esta sala formarse la plena convicción de culpabilidad, viéndose el tribunal obligado a aplicar en toda su extensión el principio in dubio pro reo [en caso de duda, o falta de pruebas, hay que fallar en favor del acusado]”.

La abogada de Manuel, María Jesús Yáñez, se quejó a este periodista de los indeseables efectos de la prisión preventiva y de la necesidad de que se restrinja al máximo para evitar encarcelamientos injustos como este. “La prisión preventiva es la tortura del siglo XXI”, sostuvo la abogada ante este periodista. “Hay que restringirla al máximo, cada vez hay mas injusticias”, añade.

Yáñez es también la abogada de un pescador de Marbella, Tomás Martínez, al que le sucedió algo parecido a lo de Manuel, pero aún más sangrante. Este se puso a pescar de noche en la playa de Cabopino de Marbella y justo al lado de su caña, en una noche totalmente cerrada, irrumpió igualmente una lancha cargada de 300 kilos de hachís. La embarcación casi arrolla su caña. Y también se bajaron once personas de ella. Aquí sí hubo detenidos, incluido Tomás, al que se llevaron injustamente por delante por estar pescando en ese justo sitio en ese preciso momento. Pero tampoco nada tenía que ver con aquello.

[Este reportaje forma parte de la serie La Justicia Imperfecta, de José Antonio Hernández, director de este periódico]

1 Comment

  1. lamentable, pobre hombre!!!
    espero qué la justicia repare de alguna forma el daño sufrido y de paso el pague tambien la lección de no ir a coger nada que el no haya cosechado….

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