Como dicen que es bueno reírse hasta de uno mismo, me levanto hoy con ganas de juego sin ofender, sabiendo que lo mío son casi siempre pellizcos de monja y, además, prefiero que no aparezca el nombre de nadie cuando escribo. Comienzo.
Si me propusiera estar a favor de las hormigas meonas (formicae orinantibus), estoy seguro que más de cien apoyarían el convencimiento reivindicativo al pie de la propuesta. Eso sí, deben ser intelectuales de reconocido prestigio los que firmen.
El que más, vive entre Hollyvood y la Mancha buscando cristales para el objetivo de su cámara ya que es cineasta, no de toro, sino de Hasta aquí hemos llegado. Casi seguro que me firmaría. En Madrid descansa una señora empeñada en que “miremos” a la Puerta de Alcalá: el abuelo de su marido fue minero. Un Presidente de Gobierno también tuvo su abuelo pero capitán asesinado en la guerra. Gracias a él nos endilgó una ley edificante y unificadora. Y más, hay muchos más pero no me caben. Ya vemos que España está llena de intelectuales disponibles para poner el dedo y la pluma donde haga falta.
Con lo de mi formicae orinantibus sigo el forcejeo, veré si se conforman los independentistas.
Pedro Villarejo