Hoy: 23 de noviembre de 2024
Las fiestas de San Fermín regresan al panorama nacional después de dos años en suspenso por la situación sanitaria. Una multitud conformada por 12.500 personas se han arracimado este miércoles en las inmediaciones de la Plaza Consistorial a las 12:00 de la mañana para presenciar la inauguración del mayor evento taurino del país.
El chupinazo ha contado con la participación del alcalde de Pamplona, Enrique Maya, y del exfutbolista Juan Carlos Unzúe, quien este año ha sido el encargado de prender la mecha. “Pamplonesas, pamploneses”, ha comenzado. “Este chupinazo va dedicado a todos los sanitarios y las personas que nos han ayudado en la pandemia. También a todos los enfermos con ELA, especialmente a Moncho” ha entonado ante los miles de ciudadanos navarros. Ha añadido que se siente “privilegiado y orgulloso” de haber sido testigo “de un momento tan especial”.
Juan Carlos Unzúe confesó hace dos años que padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y desde entonces se ha convertido en un referente social en la lucha contra la enfermedad, a cuya visibilización ha reconocido que dedica “la mayor parte de su tiempo”. Como deportista, desempeñó la posición de portero y llegó a vestir la camiseta del Sevilla FC, el FC Barcelona y el Tenerife.
Por otro lado, el alcalde de Pamplona se ha sentado este miércoles detrás de los micrófonos de la Cadena SER. “La espera se ha hecho eterna”, ha admitido. “Para la ciudad ha sido un varapalo” “Estamos muy atentos a lo que nos dice Salud, sobre todo para las personas de riesgo”, ha recordado a los oyentes en relación a la ausencia de restricciones sanitarias.
El último chupinazo que recuerdan las calles de Pamplona se celebró en 2019, con un Enrique Maya recién llegado a la alcaldía en junio de ese mismo año y una congregación de más de 10.000 personas. En aquella ocasión, el presidente de la banda municipal La Pamplonesa, José Andrés Palacios, y el subdirector, Jesús Garisoain, fueron los encargados de acercar la llama a la pólvora.
Las alarmas saltaron en la Plaza Consistorial cuando un grupo de manifestantes asociados con EH Bildu desplegó una ikurriña de grandes dimensiones acompañada de una bandera navarra y una pancarta que exigía la liberación de presos políticos. Maya había ordenado meses atrás la prohibición expresa de reivindicar cualquier tipo de simbología política durante la fiesta del chupinazo. Finalmente, la policía se vio obligada a intervenir y disuadir a los instigadores.