El ritmo de vida actual es tan acelerado que muchos sentimos el agotamiento a lo largo del día, con nuestras energías al mínimo. La clave para mantener la vitalidad es una dieta equilibrada que funcione como «combustible» para el cuerpo, evitando los bajones de energía. Como explica Fiorella Palmas Candía, especialista en endocrinología y nutrición, no solo es la cantidad de comida lo que importa, sino la calidad y el equilibrio de los alimentos que consumimos.
Palmas recalca que una alimentación adecuada no solo ayuda a prevenir la fatiga y mejora el rendimiento físico y mental, sino que también previene enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Según la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ), la cantidad de energía que un alimento proporciona depende de su contenido en macronutrientes: las grasas, por ejemplo, aportan 9 kcal por gramo, mientras que los carbohidratos y las proteínas, 4 kcal por gramo.
Para mantener la energía, es crucial adoptar ciertos hábitos alimenticios. El desayuno es esencial, ya que es la primera fuente de energía después de toda la noche de ayuno. Debe incluir proteínas (huevo, yogur), carbohidratos complejos (cereales, avena) y, en ocasiones, grasas saludables (aguacate, frutos secos), evitando los azúcares refinados que pueden generar picos de glucosa.
Comer cada 3-4 horas también es importante para evitar bajones de energía. Incluir snacks saludables como frutos secos, yogur natural o frutas puede mantener el metabolismo en equilibrio y aportar energía sostenida a lo largo del día, según Palmas.
La cena debe ser ligera pero equilibrada, con proteínas magras y verduras que favorezcan la digestión y mejoren la calidad del sueño. Es recomendable evitar los alimentos ultraprocesados o con altos niveles de azúcar antes de dormir.
Un método útil para estructurar las comidas es el «Plato Harvard», que divide el plato en 50% de verduras y frutas, 25% de proteínas saludables (como legumbres y pescados) y 25% de carbohidratos complejos. Esto asegura una ingesta equilibrada de nutrientes esenciales.
Los hidratos de carbono también juegan un papel clave en el suministro de energía. Se recomienda optar por aquellos ricos en fibra y almidones, como el pan integral, arroz y patatas, ya que ofrecen energía de forma sostenida.
En cuanto a las grasas, es crucial priorizar las grasas saludables, como las que se encuentran en los aceites vegetales, frutos secos y pescados grasos. Estas ayudan a mantener un nivel de energía constante, aunque su digestión es más lenta. Las proteínas, por su parte, no se usan principalmente como fuente de energía, pero son fundamentales para otras funciones del cuerpo.
Por su interés reproducimos este artículo publicado en El Diario de La Pampa