El cabello no solo refleja nuestra apariencia, también puede ser un indicador del estado general de salud. Su textura, densidad o brillo pueden revelar deficiencias nutricionales, desequilibrios hormonales o incluso la exposición a contaminantes ambientales. Los expertos, según recoge Daily Mail, coinciden en que observar los cambios en el cabello puede ayudar a detectar problemas antes de que se manifiesten con síntomas más graves.
Un cabello largo, fuerte y saludable suele ser el resultado de una adecuada nutrición y equilibrio hormonal. Según el dermatólogo Christos Tziotzios, del King’s College de Londres, “el cabello es el producto de un proceso celular complejo que depende de nutrientes y hormonas”. Por eso, una melena cuidada refleja un cuerpo bien nutrido y con una buena salud general.
Por el contrario, si el cabello se afina o cae con frecuencia, puede indicar deficiencias de hierro, zinc, cobre o vitaminas del grupo B. La pérdida de cabello de patrón masculino o femenino, conocida como alopecia androgenética, está relacionada con un exceso de dihidrotestosterona (DHT), una hormona que puede debilitar los folículos pilosos. Además, la calvicie prematura puede asociarse con enfermedades cardíacas o, en mujeres, con el síndrome de ovario poliquístico.
El exceso de grasa en el cabello también es una señal de alerta. Cuando las glándulas sebáceas producen demasiado sebo, puede deberse a un desequilibrio hormonal, como el hipotiroidismo. Este exceso puede irritar el cuero cabelludo, causar caspa y afectar la salud capilar a largo plazo.
Las canas, aunque suelen asociarse con la edad, también pueden aparecer tempranamente por falta de melanina o estrés oxidativo. El profesor Tobin explica que “en algunas poblaciones, encanecer a los 20 años no es inusual”, pero si ocurre de forma repentina, podría revelar un problema metabólico o autoinmune.
Finalmente, un cabello dañado o quebradizo puede reflejar factores externos, como la exposición a la contaminación. Las partículas derivadas de la quema de combustibles fósiles, al interactuar con la luz solar, pueden degradar las proteínas y el ADN del cabello. En palabras de los expertos, “el estado del cabello puede ser una ventana a la salud interior y al entorno que nos rodea”.