Las interpretaciones de que se autorice o no a una editorial publicar un libro sobre el doble asesinato de dos niños pequeños a cargo de su padre, José Bretón, son varias y es un asunto complejo, uno de esos en los que el sentimiento y el corazón no coinciden con el marco legal y jurídico.
El asunto lo conocen de sobra. Un periodista, Luisgé Martín, ha escrito el libro ‘El odio’, que recoge las confesiones de José Bretón sobre el asesinato de sus hijos en Córdoba en 2011, y la editorial Anagrama quiere publicarlo.
Cuando se supo, la madre de los niños mostró su rechazo y pidió a la justicia que paralizase la publicación. La polémica estaba servida y ha sido motivo de análisis diferentes en tertulias y foros. A ver, el repudio es unánime sobre hechos deleznables de un monstruo, el padre, y ahí nadie entra en discusión, y son muchos los que prefieren que el asunto no se mueva de nuevo por el dolor que provoca. Donde surgen las dudas es en el derecho que tiene el periodista a la publicación amparándose en el artículo 21 de la Constitución que consagra la libertad de expresión, y es ahí en parte donde el titular del Juzgado de Primera Instancia 39 de Barcelona se ha centrado para denegar la medida cautelar solicitada por la Sección de Menores de la Fiscalía Provincial de Barcelona, que pedía la suspensión provisional de la publicación y distribución del libro. Es decir, no se opone a que se publique.
Argumenta el juez que la medida cautelar “pretende preservar el derecho al honor, la intimidad y la propia imagen de los menores y de la madre, pero que los documentos aportados para justificar su necesidad no son adecuados para ello, pues son artículos periodísticos donde se hace referencia al libro». Una lectura sencilla de este texto viene a decir que no tiene argumentos que hagan ver que están en peligro esos derechos porque desconoce el contenido real del libro.
La explicación jurídica puede gustar o no, pero es la que es. Otra cosa será cuando el libro se publique y se compruebe que efectivamente traspasa los límites del derecho al honor o la intimidad, y será entonces cuando la madre podrá presentar una demanda contra el autor y la propia editorial.
Personalmente no lo tengo claro del todo. Me muevo entre el derecho constitucional y sagrado de la libertad de expresión, y el horror que me produce que se recree y airee de nuevo la barbaridad de un asesino y sus ‘motivaciones’ para matar a sus hijos, que no quiero saberlas porque soy incapaz de entender un hecho así. No alcanzo a comprender qué pasa por la mente de un psicópata, de un engendro de la naturaleza como este animal para hacer lo que hizo. Sus explicaciones me importan una mierda.