En los casi dos años que duró la Presidencia de Isabel Perón en Argentina, antes de que Videla tomase la justicia por su mano y renegara de su legitimidad, tuvo la señora deseo de visitar a las carmelitas descalzas de Salta que, como todos saben son de clausura aunque, por privilegio, los Presidentes de la República están exentos de esa limitación.
Las descalzas, al parecer, no le profesaban especial simpatía a la mandataria y argumentaron, para impedirle su entrada, que habían perdido una de las llaves de la puerta que combina con otras dos para llevar a cabo el acceso… que un monasterio pierda las llaves de su puerta es un modo descarado y mentiroso de impedir un derecho. La señora Presidenta, prudentemente, no quiso ahondar en el tema y se marchó después de rezar, por la purificación de las monjas, una prolongada avemaría.
A nuestro Presidente de Gobierno también se le ha perdido el número de teléfono de María Corina Machado y ha sido ése el motivo por el que no pudo felicitarla en la concesión del Premio Nobel de la Paz. Zapatero está buscándolo, con ansias, en las antiguas Páginas Amarillas.
Pedro Villarejo