En las cercanías de la localidad islandesa de Grindavík, las fisuras que se abrieron recientemente ya no exhiben «actividad volcánica visible», tras la interrupción de las emisiones en la parte norte en las primeras horas de este martes. A pesar de este aparente cese, las autoridades instan a la prudencia y evitan declarar concluida la emergencia.
La fisura sur había dejado de expulsar lava el martes por la mañana, mientras que en la del norte, la última emisión se registró poco después de la 1:00, según la agencia meteorológica islandesa. Además, la actividad sísmica ha ido disminuyendo, con alrededor de 200 pequeños temblores desde medianoche, lo que sugiere una estabilización en la zona.
Aunque los expertos consideran «prematuro» afirmar el fin de la erupción, los sensores continúan detectando una expansión del túnel con magma que circula bajo Grindavík. Los residentes siguen evacuados, a la espera de observar la evolución de la situación.
Esta última erupción, la segunda en apenas un mes, comenzó el domingo y ha resultado en la destrucción de varias viviendas, un acontecimiento sin precedentes en Islandia en décadas. Los servicios de emergencia han erigido barreras para contener los daños, las cuales han demostrado ser efectivas en el desvío de las coladas.