En estos días, que tantas divagaciones se han multiplicado hasta el cónclave que ayer empezó en una sesión de “tanteo”, recordé con alabanza a Aristóteles, que dejó claramente advertido: “Los hombres sabios hablan porque tienen algo que decir, los necios porque tienen que decir algo”.
La única verdad hasta ahora sobre los resultados de las votaciones es una sala que llaman “de las lágrimas”, donde el sastre papal tiene ya confeccionadas varias tallas de sotanas blancas para ajustar de inmediato al Santo Padre que resulte elegido. Es sabido que, en las pruebas, el Pontífice nuevo ha llorado como Jesús lloró sobre la Jerusalén que mataba a los profetas o ante la noticia de la muerte de su amigo Lázaro.
La cosa es para llorar… Si todos los creyentes rezásemos por él en ese instante, se le secarán las lágrimas y le brotarán de inmediato las sonrisas.
Pedro Villarejo
También a los hombres sabios, se les cruzan los cables y escuchan a los necios.
Todos rezamos para que el elegido sea el nuevo Papa, enviado por Dios..
Desde fuera muchos, laicos esperan el típico postureo para que sea impactante
el elegido para todo el mundo.
Que el Espíritu Santo guíe la auténtica Fe con manos blancas, de quienes tendrán que elegir al sucesor de Pedro, por la Gracia de Dios.
el nuevo papa tiene que ser italiano, y hacer su propia labor