Icono del sitio FUENTES INFORMADAS

La reina Sofía y la infanta Cristina asisten la procesión de los Alabarderos en Madrid

La infanta Cristina, la Reina Sofía e Irene de Grecia en el Palacio Real de Madrid | EP

Tras una tarde llena de emociones, madre e hija se disponían a marcharse cuando eran alabadas por los allí presentes

En el marco de las celebraciones de Semana Santa y en señal de su aprecio por la cultura y las tradiciones españolas, la Reina Doña Sofía no quiso perderse una de las citas más destacadas del Viernes Santo: las procesiones. Acompañada de distinguidos miembros de la familia real, se dirigió al Palacio Real de Madrid para presenciar los eventos. A su llegada al edificio, la Reina fue seguida por la infanta Cristina e Irene de Grecia. Antes de ser recibida por los presentes, tuvo un cálido encuentro con Simoneta Gómez-Acebo, a quien saludó afectuosamente y recibió una sonrisa de gratitud en respuesta.

Minutos antes de que comenzara la procesión, la Reina recibía la medalla del Cristo de los Alabarderos, que su hija le colocaba en el cuello mientras sonreía agradecida. La infanta e Irene de Grecia también recibían sus respectivas medallas y después se preparaban para participar en la procesión, a la que también acudían María Dolores de Cospedal y José Luis Martínez-Almeida.

Emotiva participación de la Reina y la infanta en las procesiones del Viernes Santo

Una vez fuera del Palacio Real, la Reina vivía otro de los momentos más especiales de la tarde: dar paso a la “levantá” del primer paso de la procesión. Antonio José Calahorro Delgado, mayordomo capataz de la Real Congregación del Santísimo Cristo de la Fe Cristo de los Alabarderos y María Santísima Inmaculada Reina de los Ángeles, le entregaba el llamador a Doña Sofía, que utilizaba para golpear el paso e iniciar la marcha de la procesión. Tanto ella como la infanta Cristina saludaban cariñosamente al nieto del mayordomo capataz, a quien le dedicaban unas sonrisas antes de empezar la marcha.

La infanta Cristina se mostró muy pendiente de Irene de Grecia, a quien ayudaba a caminar cogiéndole del brazo. También le ofreció un pañuelo cuando lo necesitó mientras que la Reina Sofía caminaba a su lado sin perder el ritmo. Madre e hija hacían una parada en el Restaurante Ciriaco para reponer fuerzas antes de reincorporarse a la procesión para vivir la parte final. Tras una tarde llena de emociones, madre e hija se disponían a marcharse cuando eran alabadas por los allí presentes. Agradecidas por el gesto, saludaban y sonreían antes de subirse al coche.

Salir de la versión móvil