Reconozco que el toreo es una genialidad que se baila manchando de sangre la arena.
Cagancho, un torero gitano de ojos verdes, sublime muchas tardes en faenas memorables, también cultivó algunas otras esperpénticas que quedaron en la memoria de los aficionados. Como en Méjico lo amaron sobremanera se quedó a vivir allí y una sola vez, de tapadillo, regresó a España con miedo que le reconocieran viejo tantas mujeres como fueron capaces de quererle.
En agosto del año 27, toreando en Almagro con Antonio Márquez (el Belmonte rubio y esposo de doña Concha Piquer) y Rayito, otro destacado de la época, Cagancho se sintió mirado de mala manera por el toro de su suerte y después de una faena cobarde y pinchazos al animal hasta el cielo de la boca tuvo que ser escoltado por la Guardia Civil porque el respetable quería matarlo a gritos de ¡Cobarde!
…En España no salimos de una cuando entramos en otra. Como si nos hubiese mirado un toro tuerto. Con esto del apagón y demás faenas desastrosas dicen los entendidos europeos que estamos quedando en el mundo como Cagancho en Almagro.
Pedro Villarejo