El académico de número de Radiología y Radiodiagnóstico de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), Luis Martí Bonmatí, ha subrayado el potencial de la inteligencia artificial (IA) en el abordaje de las enfermedades del corazón. Según explicó durante las X Jornadas Científicas en Imagen Médica, organizadas por la RANME con la colaboración de Philips, esta tecnología permite diagnósticos «más estructurados y precisos», además de «más eficaces en estadios más tempranos».
En este contexto, resaltó las ventajas de combinar la IA con técnicas como la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM), herramientas que, junto con los algoritmos inteligentes, facilitan una mejor detección de dolencias cardíacas y vasculares. «Estos diagnósticos se hacen además con pruebas rápidas, incruentas y más seguras, aumentando la confianza en la calidad del proceso asistencial personalizado y preciso», añadió.
Martí Bonmatí explicó que la IA contribuye a automatizar tareas complejas como la segmentación de cavidades, el cálculo de volúmenes o la fracción de eyección, reduciendo la variabilidad entre observadores y mejorando la reproducibilidad de los resultados. «Los algoritmos de IA reconocen además patrones sutiles invisibles, como alteraciones en la textura del miocardio o en su perfusión», precisó, lo que permite anticipar cardiopatías isquémicas o miocardiopatías hereditarias.
El especialista también hizo hincapié en el papel formativo de estas herramientas, ya que favorecen la interacción con los profesionales de la salud y permiten contrastar decisiones clínicas con las recomendaciones algorítmicas. Al mismo tiempo, destacó su utilidad para agilizar aspectos administrativos y de gestión: «La IA automatiza y estandariza el análisis de imágenes, evitando demoras en la información al paciente y en el tratamiento, algo crucial en urgencias cardíacas».
En conclusión, Martí Bonmatí aseguró que la combinación de resonancia magnética, modalidades avanzadas de imagen y algoritmos de inteligencia artificial está transformando la práctica clínica. Este avance, apuntó, está permitiendo una detección más temprana, diagnósticos más fiables y un manejo más personalizado de las enfermedades cardiovasculares, lo que supone un cambio de gran impacto en la medicina actual.