Bueno es quien, viendo las necesidades del otro, se desaloja de sí mismo por ayudar y muere entre fuegos de angustia: Los bomberos y otros voluntarios disponibles a apagar los incendios.
Bueno es quien salta de su silla veraniega porque puede echar una mano en los conflictos de desorden público, trenes que casi nunca llegan a destino o colaboran denunciando a todo grito las guerras.
Bueno es quien proclama el sentir evangélico para abrazar a los migrantes que nos llegan desalmados y desorganizados, aunque muchos de los pronunciantes no ofrezcan sus recursos ni sus espacios para el albergue que solicitan. Una cosa es predicar y otra dar trigo.
Buenos son los jueces y los variantes de la magistratura que no descansan en agosto para evitar que las desvergüenzas sigan creciendo a sus anchas amparadas por la corrupción y el soborno.
Bueno ha sido Lambán, ex presidente de la Comunidad de Aragón, que luchó hasta la extenuación por conseguir que su partido socialista enhebrara la cordura y vivificara la Constitución. Se ha muerto siendo bueno, pero sin conseguirlo.
Pedro Villarejo
Debemos creer que el trabajo de la gente honesta, aunque al final no llegue a la meta propuesta, si solidifica las bases para que otros si lleguen. Lo hecho es para los buenos, junto a los cuales procuramos encontrarnos. Gran crónica de Pedrouve.
Abrazo grande amigo José Eladio