José Miguel Ayllón
De los “presidents indepes” de Cataluña no hay ninguno que pueda conseguir el alta del psiquiátrico. Tal vez Maciá fuera el más cuerdo, los reproches que se le hacen pueden ampararse en el mero chaqueterismo y no diagnosticarse como bipolaridad, puesto que, de teniente coronel del ejército monárquico se pasó a los extremos, no solo “indepes”, sino propiamente carlistas: en 1908 consta su participación en una concentración carlista en el pueblo de Butsènit d’Urgell, en la que ofrecería su espada de militar a la causa.
Lluís Companys padecía frecuentes ataques de histerismo, que le llevaban a tirarse al suelo literalmente: Miguel Serra y Pamiés, destacado miembro del PSUC, al que el presidente de la Generalidad, Luis Companys, nombró consejero, dice lo siguiente: «A Luis Companys le daban ataques, se tiraba de los pelos, arrojaba cosas, se quitaba la chaqueta, rasgaba la corbata, se abría la camisa. Este comportamiento era típico». Tales histerismos tuvieron que ver en que se pusiera en manos de las hordas anarquistas y firmara miles de sentencias de muerte.
De Pujol mejor no hablar. ¿Han leído El Avaro de Moliere? Pues eso.
Y el supremacista Quim Torra, con manifestaciones cargadas de xenofobia, racismo y odio a España, Torra se refiriese a los catalanes españolistas como “bestias con forma humana que se reproducen y viven entre nosotros” (finales de 2012) a las que “repugna cualquier expresión de catalanidad”, habla del “fascismo de los españoles que viven en Cataluña”
Pere Aragonés i García padece el conocido “síndrome de Estocolmo” que le hace ser más “indepe” que nadie, para desquitarse del pasado de su abuelo, de Alianza Popular, y que enriqueció a todas su familia por sus adhesión al franquismo.
Y PUGI es un cobardón, seguramente se encuentra traumatizado desde la infancia, y así actúa, huye en el capó de un coche, y ahora se habrá refugiado en una trastienda, tal vez en la fresquera de un patio de vecinos, no sé. Estamos ante un caso claro de “neurosis de guerra” en su versión delincuencial. Su falta de hombría de bien (y de visión política) hará fracasar su liderazgo, ya lo verán. En esto, no se parece a los españoles, ni a muchos “indepes”.
Lo que pasó el otro día en Barcelona, LA ESPANTÁ de PUGI, no debe de ofender a los catalanes que se enorgullecen de ser españoles. No es una gesta o un acto heróico, es un oprobio para aquellos catalanes “indepes” que se enfrentan cotidianamente al “imperialisme i catolicisme espagnol”, o eso creen. Ellos sí son valientes, aunque equivocados o engañados. Se han abierto diligencias penales contra tres mossos de esquadra, y puede que haya más imputados. Ellos se la han jugado, por un traidor melindroso.
Piensen Uds. las fervorosas adhesiones que hubiera despertado entre los “indepes” si PUGI se hubiese dejado apresar. A la vista de todos y rodeado por todas las cadenas de televisión. Si no fuera un cobardón, PUGI hubiera sido President para toda la vida, pues ya estaría indultado y hubiera ganado inmensidad de votos.
Pero PUGI no puede soportarlo, sólo pensar en que le apresen le colma de incontinencias. Tal vez lo maltrataron de niño, tal vez en el internado del Santuario de El Collell en San Miguel de Campoamor, no sabemos.
Si se hubiera dejado apresar, en esta o anterior ocasión, hubiera demostrado ante el mundo la existencia de ”presos politics” en España, que ha sido una de sus banderas más enarboladas. Hubiera puesto en un brete a la Justicia en pleno, empezando por el propio Tribunal Supremo que le persigue; Tribunal que bien le pudiera haber puesto provisionalmente en libertad hasta tanto se pronuncie el Tribunal Constitucional, hubiera fomentado el enfrentamiento entre Fiscalía y Justicia. Podría haber accedido al Parlament a recoger su acta, incluso podría haber votado o haberse postulado para President.
Los catalanes españolistas pueden estar contentos puesto que PUGI, con su cobardía, ha acabado con el independentismo.