Juventud y coca

20 de septiembre de 2023
1 minuto de lectura
Una persona con un cigarro en la mano. | VistaCreate

(Unos versos a modo de oración)

Buenos días, Señor.

Venía casi todas las tardes, últimamente ya sin dentadura, a pedirme un euro para droga.

Yo le regañaba como se corrige a un prisionero, dulcemente.

Llegamos a tal intimidad que no nos era necesario esconder La tristeza.

Carlos dejó de comer, dejó de pensar en mejorías porque ¿a quién que lo escuchara podía él entregar el esfuerzo de una recuperación que a nadie interesaba?

Lo dejó todo, menos una vieja cartera con la foto de su hija estremecida, ausente,

llena de babas y de lágrimas, de besos, que sólo pudo darle sin reproches

después del hilo blanco de la coca.

Dicen los poetas, Señor, que sólo son locos los que se fían de la mansedumbre de un lobo, de la salud de un caballo o del amor de un muchacho.

Esta mañana lo han encontrado muerto, Señor, junto a la papelina y los olvidos, parece ser que con los ojos abiertos, como si de pronto lo hubiese visto todo, en busca de su niña.

Apenas si sabemos que se llamaba Carlos.

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

Eco del siglo XX ante la rebelión del XXI: cómo perdió Sheinbaum la narrativa ante la violencia

Quizá en el gobierno deberían acusar recibo que desacreditar no apaga la rabia, la organiza. Y está por verse si…
¡Han aprobado mi currículo!

¡Han aprobado mi currículo!

Me llaman para decirme que me puedo incorporar a mi nuevo trabajo pero... llevo años jubilado…

Gritar o desahogarse podría no ayudar a reducir la ira como se cree

Repensar la idea de que desahogarse calma la ira nos invita a cuestionar hábitos y creencias sociales, incluso aquellas asociadas…

El alma de los incapaces

Cada realidad tiene su alma. Por eso dedico mi Duende de hoy a los incapaces, sobre todo a los que…