Juntos, que no unidos, por el bien de sus intereses, de sus tantos por ciento, de su lengua transoceánica… colocados uno detrás de otro en el Congreso parecían los dolientes en un entierro en el que, al muerto, ya no le quedaba nada por repartir.
Dicen que se van, pero se quedan dando la tabarra como el perro del hortelano, que ni come ni deja. Y ahora se dedican a ser intransigentes con el Gobierno para que piquen los expectantes a ver si Junts hacemos una moción de censura y cae algo de lo poquísimo que queda. “Abre la boca que te la llene”, dice el Salmo 81, y a estos independentistas boca no les falta, aunque tan grande es que nadie puede llenársela sin riesgo de que vomitemos juntos.
Al pobre Presidente de Gobierno, y a sus ministros, ya no les quedan manos que tender, la vicepresidenta primera quemadas las tiene de tanto como ha confiado. Albares ha aprendido catalán a marcha forzada, ofreciéndoles la mano y la lengua, arriesgando de ese modo su reputada virtud… Pero los de Juntos por Cataluña han abierto su boca grande como una plaza de toros para decir que ellos han sido leales hasta donde han podido.
Pedro Villarejo