Con un aroma inconfundible y un sabor que invita a la calma, el té de hierbabuena se ha ganado un lugar en las despensas de quienes buscan bienestar natural. Esta planta, pariente cercana de la menta, no solo es un clásico en la cocina, también es una aliada potente en temas de salud y relajación.
Su uso como remedio casero se remonta a la antigüedad. Hoy, sus propiedades digestivas y relajantes siguen siendo valoradas tanto en infusiones como en tratamientos de medicina natural.
Uno de los efectos más valorados de la hierbabuena está en su acción sobre el sistema digestivo. Ayuda a combatir la pesadez tras las comidas, alivia gases y puede reducir cólicos o espasmos intestinales. Tomar una taza después de comer no solo se vuelve un ritual placentero, sino también una forma natural de cuidar tu estómago, según una información escrita por Elena Gutiérrez publicada en Excelsior.
Pero sus bondades no terminan ahí. La hierbabuena también actúa como un suave relajante. Beber su infusión por la noche contribuye a calmar la mente, aliviar tensiones musculares y preparar al cuerpo para un descanso más profundo. Por eso, muchos la consideran una alternativa natural frente al insomnio leve o el estrés acumulado.
Para preparar el té, basta con hervir una taza de agua, añadir 8 a 10 hojas frescas (o una cucharadita de hierba seca), tapar, dejar reposar unos minutos y colar. Puedes endulzar con miel, agregar limón o incluso un toque de jengibre si deseas potenciar sus efectos.
Además, cultivar hierbabuena es fácil y gratificante. Es una planta resistente que crece bien en macetas o jardines. Solo requiere luz indirecta, tierra húmeda y algo de cariño. Tenerla a mano no solo garantiza infusiones frescas, también decora y aromatiza tu hogar.
A pesar de ser natural, su consumo regular no es recomendable para todos. Personas con acidez frecuente o tratamientos médicos específicos deben consultar antes de incluirla en su dieta diaria. Como toda planta medicinal, su poder debe usarse con respeto y conocimiento.