Ésta que lo es…

24 de marzo de 2025
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Varios agentes.

La causa de lo que somos no está tanto en lo que fuimos sino en lo que vamos siendo. Rechazamos continuamente, y a sabiendas, batallas que no vienen al caso hasta que nos encontramos con una guerra personal desproporcionada a nuestras fuerzas y que ya damos por perdida, como un río viejo que está cómodo en su sillón de agua y no desea recorrer otro cauce. Sin ser del todo lo que continuamente deseamos, sobrevivimos.

Espectadores somos de lo ajeno que, de alguna forma, nos es propio.

En la calle siguen las palomas sin otro oficio que buscar trocitos de pan con los que creen abrir su voluntad de bien los jubilados. Se duele la mañana de haber estrenado hoy una luz que no es la suya mientras en el columpio de la plaza un niño grita a su madre que quiere seguir ahí, que quiere seguir siendo niño. Se lastiman por el olvido los geranios que cuelgan de los balcones de enfrente.

No. No piensen que estoy entristecido por algo, contrariado por vivir una vida que nunca debió ser mía. Me preocupa sólo saber quién soy, en esta España políticamente insufrible y desbordada, como los excesos de esta primavera irreaL. Asisto al traspaso del tiempo, a la escasa eternidad de las margaritas, al encanto continuo de reclamar sabiduría… con el mayor agradecimiento. Vivo sin vivir en mí porque me siento habitado por la desigualdad de la fatiga. Pocas luces me consuelan hasta que llega la sombra de la noche y comienza a rodar el pensamiento.

A estas alturas soy de algodón porque me lleva en volandas el viento. A la noche, como digo,cubierto con sábanas de soledad, intento descansar de mí mismo.

…Siendo adolescente, la muchacha que trabajaba en casa de mi familia se había echado un novio que destinaron a Cartagena para el servicio militar. Ninguno de los dos sabía leer ni escribir. Inalcanzable era entonces el teléfono. Pero Soledad luchaba por comunicarse con su novio y acudió a mí para que le escribiera las cartas que, a su vez, el novio ya esperaba en su destino con traductor parecido.

Soledad me dictaba de semejante manera cada semana:

-Anselmo, pues de lo que me dices te diré que la Fabiana ha tenido un niño, pero que no es de su marido y la echaron sus padres, mis tíos, de su casa. La pobre no tiene dónde ir y pregunto si se te ocurre algo.

-Yo estoy bien. El sueldo es corto pero no trabajo demasiado. Espero que vengas para Navidades, que tu madre se preocupa por si te pasa algo, tan lejos…

Te quiere mucho ésta que lo es Soledad González.

…Y hasta que vino el novio y aprendieron juntos a leer nunca se sintieron ellos mismos.

EL DUENDE

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