En una operación llevada a cabo en aguas internacionales, las autoridades israelíes interceptaron la embarcación Madleen, parte de la Flotilla de la Libertad, durante un intento de entregar ayuda humanitaria en Gaza. Entre los 12 ocupantes a bordo se encontraba la activista sueca Greta Thunberg, quien aceptó voluntariamente su deportación y abandonó Israel rumbo a Suecia, con escala en Francia.
Al desembarcar en el puerto de Ashdod, Thunberg y otros tres activistas fueron sometidos a revisiones médicas y alimentados antes de ser trasladados al aeropuerto. Israel justificó la acción alegando que el barco violaba el bloqueo naval, calificando la misión como un “show publicitario” pro-Hamás. Thunberg calificó la incautación de su embarcación como un “acto ilegal” y comparó el operativo con un secuestro, denunciando lo que describió como “genocidio en marcha” en Gaza.
Mientras tanto, ocho de los activistas a bordo han rechazado la deportación y permanecen detenidos en la cárcel de Givon, a la espera de una audiencia judicial. Representantes legales, como la organización Adalah, sostienen que la detención es una violación del derecho internacional, dado que la intercepción ocurrió en aguas internacionales.
En respuesta a las críticas, el Gobierno israelí defendió sus acciones como un ejercicio legítimo del derecho de defensa ante un bloqueo que busca impedir el ingreso de armamento a Gaza y reducir el poder de Hamas . No obstante, organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, han condenado el operativo calificándolo de ilegal y pidiendo la liberación inmediata de los activos no deportados.
Thunberg, a su llegada a París, enfatizó que la acción estaba destinada a visibilizar la crisis humanitaria en Gaza y llamó a la comunidad internacional a reconocer al Estado palestino, a menos que se tomen medidas más contundentes, informa El Observador.