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Gobiernos fallidos

Archivo - Imagen de archivo del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. / Fuente: EP

Si el señor Primer Ministro Canadiense hubiese tenido a mano un Franco que festejar para el disimulo, podría haber seguido con la varita de mando algunos meses más. Pero a este impoluto gobernante se le ha ido con los años la “buena pinta” y los trajes impecables, quedándose colgado a  las escaleras de una ideología que tiene los peldaños falseados.

Así está sucediendo con el fracaso de votos en países cercanos de mandatarios que, como él, excluyen de todo bien a la Iglesia Católica y defienden con lealtad a la muerte frente a todo aquello que signifique la vida. Los abortos, por ejemplo, para el Señor Primer Ministro canadiense son un paradigma de derechos… Sabiéndose ya en Canadá los pocos defensores que le quedaban, su partido político le ha abandonado, como suelen hacer con “los imprescindibles”. Las “claridades” que en su momento ofrecieron estos figurantes, se convierten al fin en una larga huella de sombra.

Al Señor Primer Ministro que acaba de dimitir y a otros, que tanto a él se le parecen, les vendrá bien el testamento de Rabelais: “No tengo nada. Debo mucho. Y el resto se lo dejo a los pobres”.

pedrouve

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